Sigo, hoy, con una sola certeza:
es real. Cristo no es un delirante sueño de unos pocos locos. Sé que Es, ahora,
en este instante. No puedo demostrar nada, tampoco es mi intención, pues
corresponde a un “viaje” que todos emprendemos cuando sentimos que es el
momento oportuno de hacernos una pregunta, diferente para cada uno, pero en
esencia la misma, consecuencia de una percepción íntima en lo más hondo de
nuestro ser de que hay “algo” que trasciende nuestras células, nuestros
pensamientos, y que tenemos la certeza de que “Es”. Comenzamos un peregrinaje en “su” busca,
descubriendo qué es el amor. Gozamos, sufrimos, nos entregamos sin medida. Nos
caemos y nos levantamos, no siempre con las mismas fuerzas, pero “algo” en
nuestro interior nos dice: ¡adelante, levántate! Y el Amor, con mayúsculas,
aparece en miles de rostros, en todo cuanto nos rodea. Y nos canta: “ama, es
cuanto necesitas”.
Sé que es real y vive en Todo,
incluso en mí. El Eterno se funde en su creación, nace Cristo, un estado del
Ser que se hace real en el espacio y el tiempo.