Una voz,
una ventana abierta,
y tú mirándome sonriente.
Dijiste mi nombre.
Sonreíste.
Sonreí.
Fue el primer día de muchos,
henchidos de gozo.
Rompimos muros
forjados entre tu alma y la mía.
Fuimos uno en un instante de eternidad.
Hoy,
un recuerdo,
puede que algo más.
¿Recuerdas?
Quizás.