Cuando las aguas de la vida descienden mansas.
Cuando respiro quietud contemplando el vuelo de las gaviotas surcando despreocupadas el inmenso cielo.
Cuando las olas incesantemente acarician la orilla disgregando las rocas.
Cuando la noche nos alcanza a todos por igual.
Cuando los latidos ralentizan su ritmo…
Entonces, tomo aire ensanchando mis pulmones como si fuera mi último aliento, porque así es, no sé si volveré a respirar…
He aquí mi duda: ¿y después?