SOMOS EL MAR


Una gota de agua le preguntó al mar:
¿Dónde te encuentras que no te veo?
El mar no le respondió.
¿No me oyes?
Siguió sin tener respuesta.
La gota entristecida se acercó a la orilla y se alejó tierra adentro.
Creyéndose sola,
miraba a su alrededor,
un sol abrasador la cegaba.
Y no pudo ver qué o quién había a su lado.
Comenzó a llorar,
tanto que sus lágrimas hicieron un reguero que llegó hasta el mar.
Éste alargó sus brazos hasta llegar a la gota entristecida
envolviéndola en su regazo.
Las demás gotas que estaban junto a ella saltaban de alegría
creando grandes olas
y atrayendo a la gota entristecida hasta el corazón del mar.
El mar entonces le habló:
“Has elegido tu propio camino,
vivido experiencias únicas.
Has sonreído, llorado, cantado, gritado,
pero te olvidaste de lo más importante: saber quién eres.
Te creíste sola y abandonada,
es el camino que elegiste para amarte a ti misma.
Y que comprender quién eres es saber
que tu destino está ligado al de todas las gotas;
que el abandono de tus deseos,
de ti misma,
es el camino del reencuentro.
Esperaba que te dieras cuenta que me encontraba dentro de ti,
que en realidad nunca has estado separada de mí.
Todas las gotas somos el mar.
Sin pasado, sin futuro.
Somos en la eternidad el mar.”


GRACIAS HIJO



Mediodía.
Sentados a la mesa, mi madre nos miraba queriendo sonreír mas no pudo. 
Sin decir una sola palabra posó el puchero, un cazo colmado de caldo se paseó entre los platos dejando caer unas pocas lentejas.
A cada uno de mis hermanos le ofreció un pedazo de pan.
Nos miramos sin atrevernos a decir palabra, pero me decidí:
–¡Mamá!, ¿por qué tan poca comida?
–Vuestro padre salió a buscar trabajo y comida, todavía no ha vuelto y es todo cuanto tenemos.
–¡Mamá, pero si papá está trabajando!
–Le despidieron tras duros años de trabajo. Seis meses sin cobrar su sueldo y se han acabado todos los ahorros. Ni siquiera podemos pagar la hipoteca de esta sencilla casa. Sale todos los días a la misma hora para que no os deis cuenta y porque se hunde si se queda en casa.
–¿Nos van a echar a la calle como a los vecinos?
–Espero que no, que ocurra un milagro.
«¿Un milagro? –respondí–. Soy aun joven, pero me doy cuenta de lo que pasa: que hay unos pocos que no les basta con lo suyo, sino que quieren más y más, su ambición no tiene fin. Les han quitado todo a los vecinos y ahora vienen a por lo nuestro. Pero, ¿no hay casas para todos, comida para todos, trabajo para todos? ¿No hay suficiente tierra para trabajarla y que dé alimentos para saciar nuestra hambre? ¿Por qué los ricos tienen todo y nosotros nada? ¿Por qué si muchos como papá son los que trabajan, el dinero se lo llevan unos pocos que nada producen? ¿Les debemos algo…, la vida acaso? ¿No hemos nacidos todos siendo iguales según las leyes humanas, no dice lo mismo la religión que tanto pregonan? Nos engañan, mamá, nos engañan.
»Mamá, estoy cansado de verte llorar cuando te encierras en la habitación. Harto de ver cómo llega abatido papá estos días. Cansado de ver viviendo a la intemperie a tanta gente que ha perdido su hogar, a gente a la que conozco y aprecio. Pero, ¿es que no tienen corazón quienes pueden arreglar esto? He escuchado que son “ellos” los que han creado esta situación porque no tienen alma, en sus mentes solamente hay dinero, dinero y más dinero. Son unos infelices que nos están arrastrando a su precipicio.
»¿Un milagro, mamá? El milagro es que recuperemos la dignidad. El milagro es que recuperemos nuestra voluntad. Se las hemos regalado porque nos sentimos incapaces de administrar, dirigir nuestras vidas; incapaces de pensar, acomplejados porque no tenemos títulos, ni “nobleza”. Se las hemos regalado porque llevan siglos contándonos el mismo cuento: “La vida es así, hay que resignarse”; “Siempre habrá ricos y pobres”; “En el paraíso nos espera la auténtica felicidad”. Y mientras tanto vivimos humillados, temiendo qué nos deparará el día de mañana, si tendremos o no suficiente comida.
»Mamá, ya no somos niños a los que llevar de la mano a los que no se les pregunta nada importante. Hemos crecido, madurados en silencio, pero ya es hora de decir ¡basta!, ¡nadie es más que nadie! Por perder, hemos perdido hasta el miedo. 
»Este es el milagro: sé que soy dueño de mi persona. Mi voluntad y dignidad ni se compra ni se vende. Mamá, no viviré arrodillado como tú y papá, agradecido por un pedazo de pan. Somos muchos, cada día más los que despertamos de una pesadilla.»
Mi madre rompió a llorar, por primera vez en su vida ante todos. Entre sollozos me dijo: “Gracias hijo”.



UN RADIANTE SOL



El Sol me ilumina, 
le doy la espalda y creo una sombra. 
La observo. 
En mi pecho brilla ahora un radiante sol que la disuelve en su luz.


NUESTRO SER



Nuestro Ser, quiero decir el que somos en realidad, vive en multitud de dimensiones, en cada una con un objetivo concreto. Cada uno tenemos una personalidad, que es la suma de millones de células, organizadas en órganos necesarios para la vida. ¿Cada una de ellas es ajena al resto? Nuestra personalidad reside en cada una de ellas, pero si una célula muere, ¿muere la personalidad, o ésta sobrevive creando nuevas células? Del mismo modo a un nivel más global, incluyente, nuestra alma tiene multitud de experiencias vitales, encarnaciones, cada una cumple una función necesaria para la vida del alma. A un nivel aún más incluyente, el espíritu engloba a diferentes almas, éstas cumplen una función, igualmente vital, para el espíritu que las ha creado. Y dicho espíritu no es más que una "célula" de un cuerpo mayor cumpliendo una función vital. Toda célula en la dimensión en que se mueve, no está aislada sino que está conectada al Ser. La diferencia reside en ser consciente o no de esta conexión y en colaborar o no conscientemente en la expansión infinita y experimentación de la Vida de Ser, que solemos llamar Dios. Cuando salimos del aislamiento (egoísmo) somos receptivos a otras dimensiones, es lo que han venido demostrando muchas "células" a través de la historia humana -amad, dicen esas voces-. Y la Vida se expande tanto hacia "arriba" como hacia "abajo"; en el interior de tu cuerpo como en el interior de la Tierra, que también es un cuerpo, del que somos cada uno una célula. Hay vida en Todo, pues Todo es vida. Si expandimos nuestra conciencia las barreras desaparecen y lo oculto se muestra, pero no más de lo que podamos "soportar", no sea que tanta luz nos fulmine.


EL LLANTO DE UN NIÑO



En la sala del olvido entré sin saber bien cómo el proceso anularía mis recuerdos, mi identidad acumulada a lo largo del tiempo. Mi “yo” quería revelarse, dar un paso atrás… pero la decisión era inapelable: volvería una vez más a “embarrarme”.
Un silencio angustioso, como una descarga eléctrica, recorrió mi ser ilimitado y, como un rayo, fui impelido a un viaje sin retorno hacia el interior. Pasé de ser consciente de la compleja inmensidad de mi existencia a constituir nuevamente una ínfima partícula “dentro” de mí mismo “casi” virginal. Solamente conservaba el propósito y la energía necesaria para materializarlo, nada más. 
“Voluntad y propósito” me repetía, mientras se completaba el paso del “Todo a la Nada”. No quería sucumbir a la colosal atracción que ejercen los instintos naturales del cuerpo que iba a habitar por largos años y que prevalecieran, como ya ocurrió antaño, ante mi objetivo. Esta vez no lo planteé como un conflicto en el que debe ganar una de las partes implicadas, sino que célula a célula trabajaría incansablemente, dejándome llevar por el ritmo, lento, pero constante, de fusión celular-estelar que había ya experimentado en una anterior proyección, aunque de modo efímero. ¿Por qué dominar cuando puedo transmutar? 
Lo que había hecho con mi cuerpo anteriormente, cómo lo traté, determinó cómo me relacionaba con mis congéneres. Vivía en un conflicto constante, intentando conquistar y someter a cuanto estaba a mi alcance, ya fuera humano o animal. Solamente conseguí formar parte de un mundo violento donde unos pocos imponíamos nuestra voluntad a los demás. No importaba el sufrimiento generado, pues seguía una ley que creía innata, la del más fuerte. La empatía se acababa cuando dejaba de verme en el espejo, reflejo de un ser que no era real, sino una caricatura de humanidad.
El mundo que nuevamente iba a experimentar, no era muy diferente al que dejé, quizás tecnológicamente más avanzado, aunque el ritmo de deshumanización aumentaba en un escenario que encogía mi ser, al sentirme causante de semejante desastre. Soy yo quien ha cambiado y no estoy, ahora, solo en este empeño: somos muchos quienes nos hemos dado cuenta de la necesidad de un cambio radical, pues está en juego la propia existencia humana. He visto algunos futuribles que podrían acontecer, espero y deseo que sólo uno de ellos se cumpla. Por eso estamos aquí, para embarrarnos.
El llanto de un niño se escuchaba en una sencilla habitación. La comadrona cortaba el cordón que le unía al cuerpo de su madre. Esta escena se repetía en los cuatro puntos cardinales. El lamento amplificado es un grito desgarrador, quizás el último. Millones de almas estamos dispuestas a que así sea y que la transformación, la boda cósmica, sea una realidad, aquí y ahora.


UNA NOCHE OSCURA



Hoy,
es uno de esos días que costaba desperezarme.
Quizás el oscuro mundo de los sueños haya dejado un lastre difícil de desenganchar.
Sin recuerdos,
impresiones de nostalgias olvidadas,
nada más.
Sumergido en las profundidades marinas sin camino de vuelta.
Atrapado en aguas turbulentas,
mi mente divaga,
se pliega,
se ensancha.
Me falta el aire,
preciso respirar.
Miro hacia un cielo intuido,
en lo alto,
en mis adentros.
Oscuridad y silencio.
Me ahogo.
Finalmente abro los ojos,
la luz del alba entra en mi habitación,
en mi alma.
Sonrío.
Atrás queda una noche oscura, una más de mi alma.


PEREGRINOS DE LA PAZ




Camino en soledad, no porque te rechace sino porque quiero que escuches lo más profundo de tu ser. Sin barreras entre tu mente y la mía, sin deseos entre tu corazón y el mío.

Te ofrezco mi mano. Puede que no la veas. Quizás percibas un viento caluroso rozar tu mano. No preguntes porqué, no lo hago para que comprendas nada, ya que es mi espíritu quien lo dicta y sus dictados van derechos al fuego que nos alumbra sin cesar.
Hablo en tu silencio porque eres tú quien ha decidido vivir en el presente y dejar, por fin, el pasado atrás.

No son mis huellas las que has de seguir, ni las de otros, pues ya es tiempo de que camines en la mar.

No te pido que tengas fe, ni siguiera esperanza: da. Da, sin esperar nada a cambio y descubrirás el gozo de la verdadera paz.

Nada temas por un futuro incierto pues es ahora cuando lo construyes. Que todo tu ser viva este instante con infinita generosidad.

Estoy, aunque no veas mi rostro. Eres como yo, soy como tú: cierra los ojos y me sentirás. ¿Te digo un secreto? Mi rostro es el de los demás.

Soy el cuenco y el agua. Soy quien tiene sed. Sin principio ni final, soy, somos, la Eternidad… Peregrinas, peregrinos, de la Paz.

¿Caminas en soledad? ¿Camino en soledad? ¡Nunca más!



ESTOY VIVO



¿Por qué me buscáis entre los muertos?
Es incuestionable que muchos me buscan y no me encuentran, pero es más cierto que hay quienes aun sin buscarme me han encontrado. Estoy vivo en sus corazones, pues estos, también como el mío, han sufrido su propia transformación, e incluso han experimentado su propia “muerte”, mas después de ésta ha seguido latiendo… Ninguna muerte puede 
con quienes son capaces de amar. Este amor ha nacido en sus entrañas, expandiéndose poco a poco, no sin dificultades, ni sinsabores; sabiendo comprender que son dignos de ser llamados hijas e hijos de Dios. No un dios lejano e inalcanzable, sino de Aquel que muestra su rostro humano; de Aquel que tiende su mano cuando la necesitas; del que ha nacido del seno de la Tierra llevando a ésta al estado de dignidad que le corresponde. Sólo quien experimenta la vida es capaz de entregarse por completo a su creación con conocimiento. No soy el dios iracundo del Antiguo Testamento sino el que se ha lanzado al mar de la vida, el que vive en cada una, en cada uno, de los seres que habitan en cualquiera de los universos imaginados o por imaginar. Vivo en ti aunque no lo sepas aún. He despertado en este mundo en multitudes y lo seguiré haciendo al ritmo de vuestros corazones. Os mostraré una y otra vez que la muerte no es nada, nada más que la ignorancia de vuestra esencia. He hablado por boca de tantos y tantos hijas e hijos… de vuestro hermano Jesús de Nazaret,  con él habéis podido descubrir el valor de vuestra dignidad… ¡Os he devuelto la libertad tras milenios de esclavitud! ¡No pertenecéis a nadie, no tenéis más dueño que vosotros mismos!
Levanta tu rostro, no para mirar al cielo esperando verme, sino para fijarte en el rostro de tu hermana, de tu hermano… de quien te necesita y desea en el fondo de su alma caminar contigo en esta senda hacia la felicidad que tanto ansiáis. Ahí estoy… ¡muy vivo!


RESURRECCIÓN


...Y se cumplió su voluntad.
Mi ser lo entregué por completo a mi Padre.
Después del sufrimiento,
el vacío y la paz.
Dos ángeles llegaron junto a mí,
me descendieron 
con el amor que sólo ellos pueden ofrecer,
trasladando mi cuerpo inerte
a la sala de resurrección,
donde desperté rodeado por mis hermanos.
Una voz escuché: 
"Desciendo para quedarme en tu hogar
y traigo LUZ para iluminarlo".

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