Hay momentos en que me siento perdido. Es como si el rumbo que creía certero, el que me llevaría a mi destino, hubiera dejado de tener sentido.
Parado, en el camino, me cuestiono hasta la propia existencia de éste. ¿Y si no hay una senda a ninguna parte? ¿Y si la vida no consiste más que en este momento, consciente de mí mismo? Quizás sólo haya eternos instantes… o nada.
Me pregunto si cuando exhale mi último aliento seguiré siendo yo.
Hay momentos en que dejo de vagar por mundos imaginarios, como en el que ahora estoy, y despierto de un sueño, largo sueño que me tiene atrapado.
Y yo, esta diminuta partícula, nada se cuestiona, ni duda, porque ha muerto y renacido infinidad de veces.
He creado mundos y los he destruido una y otra vez. Y lo volveré a hacer.
Me rio a carcajadas. ¿Cómo puedo cuestionarme que tú y tu sonrisa, sean pura ficción?
-Calla, -me dices-. Sigue conduciendo y atento a la carretera, que ya queda poco para estar en casa, quiero que lleguemos sanos. Las vacaciones se han acabado… hasta el año próximo.
Adiós lucidez, hasta otra…