Te veo como entonces, un instante que persiste en la memoria. Te acercabas con ímpetu y determinación, dejando que el viento meciera tu cabello cobrizo y tu vestido azabache. Pasaste a mi lado como un torbellino, no dejaste nada en pié. Mi alma fue descolocada para nunca más volver a ser lo que era.
Seguí tu estela. Alejándote por la callejuela te perdiste entre la multitud. Corrí como nunca lo hice. Creí que nunca más volvería a verte...
-Has tardado mucho, me dijiste sonriendo.
No comprendí, mas asentí impulsivamente.
-Milenios, respondí.
Los dos reímos a carcajada.
Subimos los peldaños hasta llegar a la superficie. Miré el cartel con el nombre de la estación, "Pueblo Nuevo". Quizás un presagio...
Nos dimos la mano, sintiendo el calor que trasmitíamos ambos. Nos miramos. Los edificios dejaron de serlo para, en un instante, encontrarnos paseando junto al mar.
El viento mecía las olas como si no hubiera un mañana. Quizás todo cuanto exista sea aquí y ahora.