No sé con certeza quiénes sois.
Ya no dudo de vuestra existencia.
Hace años, bastantes, no me
preocupabais en absoluto, hasta que alguien me dijo que se veían unas luces
extrañas sobrevolar el Cerro de los Ángeles en Madrid. El comandante de
aviación José Antonio Silva observó un objeto discoidal en el lugar.
Recuerdo como nos paró la policía
en un control, ya entrada la noche en el puente de Legazpi. “¿Dónde vais? –preguntaron–.
Les dijimos el destino. Se miraron algo extrañados y nos dejaron pasar. Nada raro
vimos, sí luces en el cielo que correspondían a la ruta de entrada al
aeropuerto de Barajas.
Un ovni en forma de puro
sobrevoló Madrid y fue visto por muchas personas, entre ellas conocidos míos,
de los que no dudé de su testimonio.
Mi interés por el tema lo aparqué
sin haber llegado a ninguna conclusión, me centré más en aportar mi granito de
arena en solucionar los problemas sociales que nos acuciaban entonces y que
hoy, por desgracia, continúan.
Pasó una década, algunos hechos
que me hacían preguntarme su origen, pero nada relacionado con ovnis. Cuando…
tengo un extraño sueño en que soy requerido a acompañar a dos personas que no
son de este mundo , que,
según ellos, tenían cierto interés sobre mí desde hacía años. “Tienes una
información que necesitamos” –dicen–. Les contesto que no voy con ellos,
insisten y acabo aceptando con la condición que compartan conmigo tal
información. Acabo en una cama semejante a la de un quirófano. “Va a ocurrir
una catástrofe”, es cuanto me dicen. Ahí queda todo, aparentemente… Es la
festividad de San Francisco de Asís.
Una amiga, tres días después,
cuenta un sueño, tan extraño como el mío, sucedido la misma noche:
«Me encontraba en el campo,
cuando veo que una nave que estaba suspendida en el aire, frente a mí, se
acerca. Aterrizó a pocos metros de mí. Tenía forma de dos platos unidos. De
pronto una puerta se abrió, salieron dos seres. Llevaban un traje ajustado al cuerpo, plateado, cubriéndoles
desde el cuello hasta los pies; su cara estaba descubierta, sus ojos eran
rasgados, tipo oriental, el pelo era rubio y les llegaba hasta los hombros.
Me quedé paralizada de miedo. Se
acercaron y me preguntaron: "Dónde está Ángel". Les contesté que no
sabía dónde estaba (mentí pues sí lo sabía). La siguiente escena que vi era
como te introducían en la nave, los tres a pie; de pronto me vi dentro de ésta,
flotando. Tú estabas en una mesa de operaciones
con muchos cables por el cuerpo. Había muchas pantallas parecidas a las
de la televisión. Vi como te marcaban en la frente un triángulo con el vértice
hacia arriba. Me miraron y me dijeron que tenías un cuerpo que no valía mucho,
pero que la mente sí valía. También me dijeron que el día 17 habría una
catástrofe. Pregunté de qué tipo y dónde, pero no me lo dijeron.»
Ocurrió la catástrofe, lejos, en
San Francisco… Ambos fuimos despertados bruscamente en el mismo instante
sintiendo lo que estaba pasando y una angustia terrible.
Meses después veo un programa de
tv. de Jiménez del Oso en el que se relata un encuentro en la tercera fase. Unos
seres llevan en su frente marcado un triángulo “Δ” con un círculo en el
centro.
¿Qué tenía que ver yo con ellos?
¿Por qué?
Sucesos posteriores difíciles de
explicar racionalmente se suceden. ¿Se activó algo que permanecía inerte? No
sé. Todo quedaría en nada, a no ser por sus implicaciones en este plano físico.
Esto es lo que me hacía saber que no era el fruto de alucinaciones.
Ellos siguen al tanto de todo
cuanto sucede en este planeta, así como creo que lo están de cuanto sucede en
mi entorno y en mí. Son reales, aunque su realidad poco tenga que ver con la
nuestra. Creo que estamos conectados con Ellos como lo están los amantes.
¿Quiénes son Ellos?