EL MENSAJE ORIGINAL

 


En tiempos de Jesucristo, unos dos mil años atrás, todo parecía sencillo para quienes buscaban la verdad. Sabían de las leyes judaicas, del intrincado entramado donde se dictaba cómo era una vida recta a ojos de los rabinos, donde sólo cabía acatarlas. Unos pocos rebeldes, movidos por un espíritu renovador, tuvieron la valentía de enfrentarse a ellos. El poder omnipotente estaba en el invasor romano, y dejaban los asuntos religiosos del pueblo judío sometido en sus propias manos… 

Siempre y cuando no fueran contra Roma.

“Jóvenes inquietos, no son peligrosos”, decían.

“Sencillez, sin leyes ni comedias”. Su mensaje calaba en el pueblo llano, cansado de la hipocresía de los fariseos y saduceos. 

Éstos se repartían los cargos del poder religioso y político en su propio beneficio. Eran una casta privilegiada.

¿Cambiar el sistema de vida? Vana ilusión. Y estos pocos locos de corazón creyeron lo imposible.

Hablaban al gentío, les llegaban al corazón: “Amaos". 

¡Radicales! Comenzaron a atacarles cuando despertaron a las conciencias dormidas. Cuestionar a quien tenía la verdad absoluta y el privilegio de ser interlocutor de Yahvé, era traspasar el límite. 

Sí, eran radicales, pues iban a la raíz. En cada uno estaba vivo el espíritu de Dios, ¿por qué no despertarlo, escucharlo y seguir el propio dictado? 

El Poder vio peligrar su régimen. Una cuestión era que los esenios vivieran retirados en el desierto siendo inofensivos y otra que éstos y zelotes, atraídos por un líder que nunca lo quiso ser, apoyarán su causa. 

Había que tomar medidas drásticas. Dar un escarmiento.

Arrestado el líder, Rabí le llamaban, fue sometido a un juicio sumarísimo. Sentenciado a muerte sin dilación, fue crucificado como un ladrón. Un poco sí lo era, les robó un pueblo dormido. 

Tras su muerte, los verdaderos ladrones siguieron su vida en el poder. 

Pasaron los siglos…

Otros fariseos ocuparon su lugar. Creando, modificando, actualizando, leyes religiosas para adaptarse a los tiempos. 

Pero poco, en el fondo, ha cambiado. Sus normas son como una tela de araña, sólo atrapa a pequeños insectos, los grandes se la saltan. 

El dinero mueve montañas y el poder terrenal relega la espiritualidad al último lugar. Si tienes posibles, serás como esos insectos grandes, formarás parte de la casta. 

¿Hace falta recordarles a los doctos de la Iglesia por qué están ahí?  Atrapados en su propia tela de araña han olvidado que un día fueron jóvenes rebeldes. ¿En qué os habéis convertido? No seáis hipócritas, sobran leyes y condenas.

Ama, es sencillo.




PATRIOTA



Nunca me he sentido un patriota, siempre lo he visto como una barrera, marcando distancia con los demás. Soy hijo de la Tierra, si ha de haber alguna patria que sea la humanidad.

Tenemos diferentes visiones de nuestra realidad, pero ello nunca debe implicar imponer la nuestra a los demás. El diálogo es vital, tanto como evitar que nadie se considere superior ni inferior. La diferencia es una cualidad.

¿Qué es más importante en un árbol, sus raíces, el tronco, las ramas, sus hojas,… el fruto? La naturaleza es sabía. ¿Por qué diseccionar lo que es una entidad. ¿Os lo imagináis discutiendo quién es mejor? Absurdo. No discuten, colaboran, pues su existencia es una labor de toda la unidad. 

Hay que reprogramar nuestro concepto de identidad. El ego no es superior, sino parte integrarte de una mayor entidad: nosotros.

Y, esta guerra, va de egos.

Es desde la infancia cuando hay que comenzar a cambiar, en casa, colegio, en la calle. Los que tenemos unos años tenemos esta responsabilidad. Así evitaremos que el ‘arbol' se tuerza y maleduquemos formando monstruos… como Putin.


HÉROES DE GUERRA



No dejan de llegar heridos. 

El bombardeo ha sido intenso.  Han destruido una guardería y el edificio más cercano ha quedado en ruinas. Entran niños con fracturas múltiples  y amputaciones. Decenas de muertos. No nos quedan casi medicamentos y la electricidad está fallando. Operamos con velas. Hacemos más de lo que podemos. Tres días sin conciliar el sueño en condiciones, alguna cabezada, nada más.

No ha podido ser, se nos ha ido un bebé. Tengo que parar un momento. No puedo con tanta crueldad. ¿Objetivos militares? ¡No! ¡Castigo a civiles! Nos quieren arrodillados o muertos.

¿Cuánto tiempo podremos aguantar? Somos sólo médicos, enfermeras, no somos héroes.

Se espera que entren cuerpos especiales rusos, escuadrones de la muerte. La  matanza va a ser imparable. No van a respetar nada, ni siquiera este hospital.



EL PRECIO DE LA GUERRA

 


Mi niño llora,

le duele el alma. 

Tiene hambre,

sed,

nada le calma.


La noche oscura,

más negra el alba.

Él no comprende

lo que le pasa.


Ven a mis brazos,

mi niño querido.

Yo te protejo

cuando es preciso.


Escucha mi canto.

Siente mi mano

y mi corazón

que junto al tuyo

ya uno son.


No estés triste,

viene papá.

Marchó a la guerra,

pronto vendrá.


Duerme mi niño,

mi niño amado.

Mamá te susurra 

una canción,

habla de paz,

llena de amor.


Caro es el precio

el que tu pagas.

Mi niño llora,

le duele el alma.



TERCER DÍA

 


Hemos conseguido pasar la frontera con Polonia.

Horas de espera. Largas colas.

Mujeres polacas nos han ofrecido algo de comida. Una sopa caliente ha conseguido calmar el hambre. Una familia nos ha ofrecido ir a su hogar. Sin dudarlo hemos ido con ellos. Al fin mis hijos podrán descansar…


Los tanques han entrado ya. Disparan sin un objetivo preciso. Atrás soldados rusos. Enfrente, mis soldados, nuestros hijos y hermanos, luchando como los héroes que son. Han repelido el ataque. Está en juego la vida y la libertad de millones de ucranianos.

Mi hijo fue con ellos, aún no sé nada de él. Solo tiene dieciocho años. ¡Es mi niño y ahora es todo un hombre! Estoy orgullosa de él.

Dudé si dejarle marchar. ¿Pero merece la pena vivir encadenados, humillados, arrodillados? Tenemos dignidad. Si morimos lo haremos en pie, frente a frente, con valentía.

Hace dos días preparaba la comida para mi hijo y mi esposo. Ahora preparo cócteles molotov. Si se atreven a entrar en el edificio lo van a pagar caro. 

No me educaron para matar. Nunca imaginé lo que está pasando. Escuchaba noticias sobre guerras lejanas, conflictos interminables entre semejantes. Y, ahora, en mi tierra caen las bombas.

Europa nos ha dejado solos. No lo esperábamos. Solo piensan en salvarse y no saben que son los siguientes. Hay un psicópata con poder. La historia se repite cuando suspendemos en memoria. La táctica del avestruz es un error.

Ha salido el sol, empieza un nuevo día. Mañana no sé si estaré…


LAS ÚLTIMAS PALABRAS


Fui soldado por amor a mi pueblo. Si aprendí a manejar un arma no fue para matar, sino para defenderlo. 

Nunca pensé que tendría que enfrentarme con mis hermanos rusos, pero la locura de una bestia, Putin, no merece el calificativo humano, ha hecho que seamos enemigos. He visto sus rostros, jóvenes, casi niños, empuñando un fusil. ¿Les movió el mismo amor a su país?

¿Qué órdenes les han dado? ¿Masacrar? No han venido a liberarnos sino a ponernos bajo un yugo, el mismo del que se liberaron mis padres. Somos una sociedad libre, queremos vivir con nuestra propia identidad y decidir nuestro destino. ¿Por qué volver atrás?

Están disparando a discreción. Las balas me pasan por encima, a centímetros. Disparo, pero no quiero apuntar a matar. No soy un criminal. Se acerca un tanque y no trae buenas intenciones. Si no nos replegamos lo vamos a pasar muy mal. Miro alrededor, ¿hacia donde ir? Necesito pensar rápido. 

¡Vámonos, ya! Grita el sargento.

Corremos hacia una casa derruida. Me falta el aliento. El tanque cada vez más cerca. No llego. Una detonación y…

“Ya nos toca salir, estamos bajo un intenso bombardeo. Mamá y papá, los amo. Todo estará bien”.

Las últimas palabras a sus padres. Hoy, ha muerto.



SEGUNDO DÍA



Las bombas siguen cayendo sobre Kiev. No hemos podido dormir. Ayer intentamos salir de la ciudad, nos fue imposible. No había gasolina, los transportes imposible de acceder. Volvimos a casa.
Una bomba ha caído en el edificio. Todo él ha temblado. ¡Dios, qué horror! Mis hijos llorando, chillando! ¡Challad!, les decía mientras los abrazaba. Respiré muy hondo, por no derrumbarme. Miré a mi esposa, estaba temblando. Nos acurrucamos como si fuéramos un solo ser.
¿Por qué está locura?
Han llamado a la puerta. Corriendo fui a abrir. Era Piotr, ensangrentado, pidiendo ayuda. ¡Mi mujer, mi hija…! Corrí con él, su vivienda está enfrente. La puerta reventada. Humo y un conato de llamas. Entré tras él. En la habitación un espectáculo que no olvidaré. Sus cuerpos ensangrentados, sin vida.
Le abracé. Lloraba sin cesar. ¿Qué le puedo decir? Nada. Lloré con él.

KARMA

 


Poco antes del alba, me desperté sobresaltada. No sé si fue real o no, pero ahí estaba, fresco en mi mente. 

Llevaba tiempo cuestionándome mi actitud con los demás. Me reía de todos y a todos les amargaba la existencia, hasta el punto de que rehuían acercarse a mí.  Ya les había hecho demasiado daño. La verdad es que los odiaba, tenían lo que yo quiero y no puedo tener. Me sentía superior a ellos. Yo pertenecía a otra clase social por mis progenitores, los demás eran clase baja, escoria.

Mentía sin rubor para destruirlos. Lo peor es que había quien reía mis gracias y me crecí, hasta el punto que confundí la realidad con mis fantasías. Me creía reina y los demás mis súbditos, hasta esta noche…

He vivido en mis carnes lo que les hice. No sé como pero he sido cada uno de ellos. He sufrido su dolor, su angustia, su desazón. ¡Todos, sin excepción! Mis palabras dichas contra ellos rebotaban en ese estado de delirio. No podía soportarlo. Una y otra vez, sin cesar. Gritaba ¡basta ya! Pero no cesaban. Mi corazón parecía estallar y estalló…

Oscuridad y silencio. Tras un tiempo indefinido de no ser -palabra que utilizaba como un cuchillo y clavaba sin compasión- pude respirar y escuché los latidos de mi corazón. ¿Habré muerto?

No lo sé. Si esto es la muerte quiero vivir, salir de aquí, donde sea que esté. 

¿Hay alguien? Grité. No veo nada ni oigo nada. Noté mis pies y empecé a andar en medio de la oscuridad. A tientas intenté tocar algo, pero nada. ¡No había nada!

Todo parecía irme mal en la vida. Mis trabajos los perdía sin cesar, incluso me llamaban ‘gafe'. ¡Yo, que lo he dado todo! Eso creía en mi realidad.

Y, ahora me pregunto: ¿no será que la vida me devuelve cuanto le doy con intereses? Karma, que tontería… Con este pensamiento no me percaté que algo había cambiado alrededor. Una penumbra me permitía ver. ¡Estaba en mi habitación y mi cuerpo ahí, tumbado en mi cama! No podía ser y, sin embargo estaba. Me acerqué y lo toqué. ¡Dios mío! Lo he atravesado! Esto no puede ser real.

Algo noté a mi espalda. Me giré y ¡ahí estaban todos ellos, como fantasmas! Me sonreían. Y uno, al que no reconocí, algo más alto y fornido que el resto, me habló. 

-No eres gafe. La vida, como tú la llamas, tiene sus leyes, que no castigos. No hay más castigo que el  que tú te infringes. Todo cuanto haces tiene consecuencias y lo que das te vuelve multiplicado. Así que tú decides, eres tú propio juez. Has vivido en ti lo que tus ‘victimas' han sufrido. Nada te hicieron, salvo ayudarte. Pero tu soberbia era incapaz de percibirlo.

Bien, ahora es tu decisión cambiar las tornas. Lo que consideras negativo puede desaparecer al instante y dejar de ser ‘gafe'. Ahora, vuelve a tu cuerpo. Despertarás con una viva impresión de lo acontecido. Lo necesitarás para reafirmarte en el giro que vas a dar.

No le hice ni una sola pregunta, ahora me arrepiento. Parecía saberlo todo de todo y de mí. 

Y, aquí estoy, despierta. Algo ha cambiado en mí.


ESTAMOS EN GUERRA

 


Salimos corriendo con lo poco que pudimos coger. No creíamos que llegaría a pasar, pero las bombas han caído cerca de casa. Y no, no es un edificio militar, es una escuela. No ha habido muertos porque los niños no estaban.

El depósito está lleno, menos mal, podremos llegar a la frontera. Al menos salvaremos la vida.

Largas colas en carretera, así que hemos tomado caminos, evitando cualquier obstáculo. 

Tenemos miedo. ¿Podremos volver algún día? ¿Qué nos espera al otro lado? Ni siquiera conocemos el idioma, ni dinero… ¡Nada! ¿Acabaremos en un campo de refugiados, meses, años? No sé si lo podremos soportar. Mis hijos son pequeños, mi mujer está enferma. Y hace frío, mucho frío.

Putin no tiene piedad.

Ayudadnos. Esta guerra también es la vuestra. Hoy bombardean aquí, en Kiev. Pero ¿y mañana?

Tiene armamento nuclear.

No miréis a otro lado… Por humanidad.


MI NIÑA




Llaman a la puerta. ¿Quién será?

-Somos inspectores de policía, sentimos comunicarle que su hija ha sido encontrado sin vida.

Recibir una noticia así es imposible de asimilar, razonar. Hace que te derrumbes como si el mundo se hubiera detenido... 

Volver atrás, un día, dos… Imposible. ¿Y ahora qué?

¿Cómo afrontar que se te vaya una hija para nunca más volver a verla, tocarla; escuchar sus risas, sus proyectos? Han truncado sus ilusiones y las mías. Vivo sin vivir en mí.

Me han enterrado en vida. ¿Por qué lo han hecho? No merecía este final. Recuerdo sus primeros pasos. El día que le se cayó un diente y venía preocupada a punto de llorar. ¿Por qué, Dios mío, por qué?

¡Qué agonía!

Respirar, necesito aire… Me ahogo en un mar de lagrimas… No dejo de repetirme… ¿Por qué?

Ha pasado el tiempo, pero yo no por él. Vivo el mismo día una y otra vez.

Hoy me llamó aquel atento inspector para decirme que el asesino salía de prisión. “Estoy a tu disposición para lo que sea". Se lo agradecí. 

Mis tripas se revolvían una vez más. Él en la calle y mi hija… ¿Dónde está mi hija? La llamo, sueño con ella y la veo en cada cosa que hago. No estoy loca o sí, no lo sé.

Pongo el televisor, necesito un poco de distracción, desconectar.

¡Y, ahí está él, cambiado, casi irreconocible, pero es él… El asesino!

¿Qué ven mis ojos y escuchan mis oídos? ¿Víctima? ¡La víctima mi hija, mis hijos, yo…!

Asco, repugnancia. ¡Rabia! ¿Cómo pueden entrevistar al asesino de mi niña? No es un héroe, no ha salvado a nadie, es un A S E S I N O.

Apago el televisor, no puedo más.

Vuelvo a la habitación de mi niña. Está todo igual, como aquel fatídico día que la envié a por pan.

Vuelvo a soñar…


UNA INTENSA LUZ

 




UNA INTENSA LUZ


Las aguas frías arropaban mi cuerpo enjuto.

Me dejé mecer vencido, agotado.

El fin, es el final, me repetía.

Recordé a quienes amaba, casi podía sentirlos, tocarlos.

Quisiera estar lejos, volver al lugar donde nací y viví, con los míos. ¿Es tanto pedir?

Poco a poco dejé de sentir, pensar. Me costaba respirar.

Se acabó…

¿Dónde estoy? ¿Estoy muerto? ¡Imposible! ¡Mis manos! ¡Veo mis manos! Reí, no sé si de nervios o felicidad. ¡Estoy vivo!

Una intensa luz me atrae. Cierro mis ojos. Vuelvo a mirar. ¿Qué o quién es?

Una silueta humana. ¿Te conozco? ¿Me conoces?

-Claro que te conozco y también me conoces, -una dulce voz escucho dentro de mí.

-¿Quién eres?

-Soy tú, el que siempre ES.

Me estoy volviendo loco. No puede ser verdad, es una alucinación.

-No lo es, respondió.

-¿Lees mi mente?

-Por qué no, si somos el mismo ser.

-No entiendo.

-Es que no va de entender, sino de sentir, de amar.

-Has cumplido con creces tu objetivo, tu misión.

-¿Qué misión? Extrañado le pregunté.

-Crecer en el amor. Este es tu objetivo, sólo necesitabas voluntad, la de entregarte en cuerpo y alma a los demás.

-Pero si no he hecho nada especial.

-¿Te parece poco tu esfuerzo cada día, poniéndote en último lugar, con tus hijos, tu esposa y con los demás?

-Nunca he pensado en mí, eso es cierto. Y querer a la familia es lo normal.

-Sí, es lo normal. Pero no es lo mismo querer que amar. “Yo quiero". ¿Entiendes? “Yo". Éste implica, aún sin saberlo, que el ego aún manda. Amar es desprendimiento, vacuidad. Pero no te preocupes, ya entenderás. Donde vamos, donde vas, es lo habitual.

-¿No vuelvo a casa?

-¿Y, dónde crees que estás?

-¿Y ellos?

-Están allí y están acá… Como tú ahora estás.

Unos pasos en un suelo que no sentí y, allí estaban ellos, mis padres, mi esposa, mis hijos… ¡Dios, qué felicidad!

-Así es, este es Dios, el de verdad.

Todos somos Él… Nosotros, más allá del tiempo y el espacio, aquí y ahora.


MARINEROS

 



MARINEROS 


El último abrazo 

y un beso interminable.

Atrás quedan mujer e hijos

y al frente un arduo trabajo.


Navegando en un océano implacable.

Buscando el sustento,

saciando el hambre.

Largos los días,

infinitas las noches.

Somos marineros,

hermanos en la mar.

Todos a una,

nos guía la estrella polar.


Nos jugamos la vida en cada partida.

Amamos nuestra labor, 

aunque mal pagada

lo hacemos de corazón.

Sí, tenemos miedo 

que zozobre la nave

y la mar nos trague.


Si un mal día no volvemos, 

recordad 

que es por vosotros lo que hacemos.

Por un presente y un futuro 

donde juntos estemos.


Y cada vez que os acerquéis a la orilla

mojad vuestros pies descalzos.

Tocad el agua con las manos.

Sentiremos vuestras caricias y abrazos.

No lloréis,

os amamos.




EL ENEMIGO



 Para vencer a tu enemigo

mírate dentro, 

ahí vive el más implacable. 

No luches contra él,

 arrópale con amor,

porque de nada te sirve ganar una guerra

 si no estás en paz contigo mismo... 

Resurgirá indefinidamente.

Tus demonios nacen y mueren en ti.


EL AMOR ES...


El amor no se jacta,

no se mide,

ni rechaza ni juzga.

El amor es generosidad,

entrega, 

solidaridad 

y humanidad.

El amor verdadero ES, 

cuanto tú y yo somos Uno 

en la diversidad.



EL AMOR



 El amor es una semilla 

que hay que sembrar,

con agua amamantar 

y en tu regazo calentar.

Su raíz oculta,

sus frutos al Sol.

  Tómalos y compártelos.

   Serás Alma y Corazón.



CARTA A MI MADRE

 


Carta a mi madre


Mamá, te escribo por aquí porque me resulta imposible contactar contigo.

¿Sabes que te quiero?

Salí de casa hace ya unos años, tú sabes bien por qué. Ya no sé si fui una niña querida o solamente me soportabas. ¿Por qué descargabas en mí tu ira y tu odio contra mi padre? Al principio yo callaba, demasiado pequeña para alzar mi voz. Vivía en una duda insoportable, ¿era yo la culpable de vuestro desamor?

Y, fui comprendiendo… que no se puede dar lo que no se tiene. ¿Fui una niña deseada, o fruto de sexo sin amor? Eras muy joven, lo sé. Querías divertirte y rechazabas la responsabilidad de criarme. Pero llegué a este mundo y me convertí en una carga, en la ‘no deseada'. 

Mamá, dirás que nunca fue así como me trataste. ¿Quieres que hable, que diga lo que llevo guardado y que me carcome?

Desde que llegó tu nuevo ‘amor' todo fue a peor. Incomodaba vuestra relación. Él no quería hijos de otro, por no querer no te quería ni a ti. Al principio, a escondidas me trataba mal, con desprecio. Aparentaba…, pero acabó haciéndolo ante tus ojos, y tú callabas y asentías dándole la razón. Acabó siendo un infierno y no pude más, estallé. Sí, alcé la voz, grité, lloré, pataleé…, pero nunca te pegué, ¡lo sabes muy bien! Él le dio la vuelta a lo que pasó y urdió el plan perfecto para deshacerse de mí. Y tú, mamá, la que me pariste, me vendiste al mejor postor. Gritaste al mundo que era una mala hija, me denunciaste, y con tu testigo falso, me condenaste.

Hoy, mamá, no te guardo rencor. Lo he superado porque he conocido lo que es el verdadero amor. Espero que un día abras los ojos.

Espero noticias tuyas.

Te quiero, mamá.

Tu hija


UN RAYO DE LUZ


Hoy amaneció gris, entristecí.

Paseando a la orilla del mar

miré al horizonte.

Un rayo de luz 

me devolvió la esperanza.

Humanidad,

aún creo en ti.

Sonreí.



LAS ABUELILLAS

 Cuando niño, al pasear por la plaza, recuerdo a las abuelillas y algunas mujeres aún casaderas, sentadas en corrillo, comentando la noticia del día: “fulanito se está viendo a escondidas con menganita". ¡Qué poca vergüenza! Era lo más repetido.

  Cuando bajaba el Sol y el frío llegaba, la plaza se quedaba vacía. Sólo el bar tenía vida. Me asomaba a buscar a mi padre, la cena ya estaba preparada. Algunos discutían acaloradamente sobre la subida del pan, ¡dónde vamos a parar! Otros sólo les importaba quién iba a ganar la liga, si el Barça o el Madrid. Todo muy normal.

  En casa, Elena Francis aconsejaba cómo superar una crisis matrimonial. La radio siempre estaba conectada, radio España, Intercontinental, Cadena Ser… Con facilidad se cambiaba de dial. 

  Por fin la cena, preparada con esmero por mi madre. ¡A la mesa! El mantra de cada noche. Entre cotilleos, alguna regañina de última hora, preocupaciones sobre la situación del país -en voz baja, que las paredes oyen-, y la última del famoseo, acabó la jornada. A la cama que mañana será otro día.

  Han pasado los años, muchas cosas han cambiado. La plaza está irreconocible, ya no hay abuelas, los coches ocupan su lugar. La fuente no está, no hay cántaros que llenar. Ni sucursal bancaria, sólo un cajero que casi nadie saber utilizar, con él no se puede hablar. ¡Ay banqueros qué poca empatía, no todo es ganar pasta, un mucho de humanidad!

  En casa, ya casi nada es igual. Ni madre, ni hermanos, ni visitas al bar. Otros ocupan su lugar.

  La radio suena de fondo, una emisora musical, canciones de ayer y de siempre…

  Pongo el televisor. Sí, es en color, lo habéis adivinado -antes todo era gris-, incluso con acceso a internet. Las noticias, las opiniones, la información, el entretenimiento… ¡Cuántas diferencias! Ya no hay un monotema, se puede elegir, incluso apagar.

  La plaza se ha trasladado a un universo virtual donde se habla, se escribe, se visiona, de todo lo humano y lo divino. Se forman corrillos afines, algunos inocentes y otros mejor no nombrar. Se defiende lo indefendible e incluso causas justas, la guerra y la paz. Se crean opiniones a base de talón. En definitiva, convive lo mejor, lo mediocre y lo peor de esta sociedad. 

  Y uno decide en qué silla sentarse, con quien dialogar, debatir, opinar, compartir…, lejos de la manipulación y el lavado de cerebro virtual.

  Los tiempos han cambiado, quizás no tanto como cabría esperar.

  Abuelillas, os hecho de menos.








Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...