Las bombas siguen cayendo sobre Kiev. No hemos podido dormir. Ayer intentamos salir de la ciudad, nos fue imposible. No había gasolina, los transportes imposible de acceder. Volvimos a casa.
Una bomba ha caído en el edificio. Todo él ha temblado. ¡Dios, qué horror! Mis hijos llorando, chillando! ¡Challad!, les decía mientras los abrazaba. Respiré muy hondo, por no derrumbarme. Miré a mi esposa, estaba temblando. Nos acurrucamos como si fuéramos un solo ser.
¿Por qué está locura?
Han llamado a la puerta. Corriendo fui a abrir. Era Piotr, ensangrentado, pidiendo ayuda. ¡Mi mujer, mi hija…! Corrí con él, su vivienda está enfrente. La puerta reventada. Humo y un conato de llamas. Entré tras él. En la habitación un espectáculo que no olvidaré. Sus cuerpos ensangrentados, sin vida.
Le abracé. Lloraba sin cesar. ¿Qué le puedo decir? Nada. Lloré con él.