EL VIENTO NOS LLEVA

 


  Fueron largos años que parecían no acabar y que tampoco yo lo quería. Todo transcurría sin sobresaltos: familia, amigos, trabajo… ¿Qué más se podía pedir a la vida? Nada. Hasta que la enfermedad llamó a la puerta. Trabajo, amigos e incluso familia huyeron en desbandada. ¿De qué cimientos estaba construida sus vidas y la mía? Si ya no tienes nada que dar salvo problemas; si ya te han exprimido hasta agotarte, sólo queda el autodestierro. Me desprendí de lo poco material que me quedaba y decidí alejarme de un mundo ilusorio, pero ¿a dónde ir?

  Así comencé mi peregrinaje sin rumbo, lejos de todo lo conocido. Tras años arrastrando mi enfermedad como mejor pude llegué a una aldea sin nombre, perdida entre montañas. Un joven sonriendo me recibió. No conocía mi idioma ni yo el suyo. No importaba, supo de mí necesidad. Me señaló una desvencijada choza. Seguí sus pasos…

  Compartió conmigo una taza de té. Dormí profundamente, cansado de mi eterno viaje.

  Mi fin estaba cerca, lo presentía y lo deseaba. Mi cuerpo era ya un desecho y mi alma reclamaba libertad…

  Llegó la noche. Mi corazón latía sin ritmo con pausas que presagiaban el final. Un último pensamiento surgió: ¿ha merecido la pena vivir? No respondí…

  Un rayo de luz despertó al joven anfitrión . Miró al anciano y comprendió enseguida qué tenía que hacer. Llevó el cadáver hasta una loma cercana. Posó el cuerpo inerte sobre una conocida roca plana. Enseguida sobrevolaron el lugar varios buitres, sabían que ejecutarían su cometido en el ciclo de la vida. Esperaron pacientemente su desmembramiento por parte del joven. En minutos estaba rodeado por una bandada de aves carroñeras. Él se retiró no sin mostrar antes su respeto, no a un muerto, sino al espíritu que le habitó.

 Permaneció sumido en sus pensamientos: “Lo que es de la tierra, a ella vuelve. Lo que es del espíritu pervive en el universo, en mí. El viento nos lleva...”.


Y TÚ, EN SILENCIO.

 



Parece que sólo hay olas, nada veo bajo la superficie. Soy incapaz de sumergirme a mayor profundidad, ¿me faltará el aire? No dejo de atormentarme con miedos vacuos. Sé que un día, cuando mi corazón pare, seré lanzado como una flecha a su destino irremediable. Por ahora sigo vagando en la superficie, sintiendo la tierra bajo mis pies, el piar de un gorrión reclamando su alimento, la mirada inocente de un niño... aquel que fui. La rueda de la vida sigue... Y tú, en silencio.

LA CRUELDAD DE EXISTIR

  


Sin permiso tomé conciencia de mi vacuidad. 

  Tras mi primer llanto, el cual no recuerdo, el dolor se instaló en mi débil cuerpo. Amargo compañero de vida. 

  ¿Qué sentido tiene la existencia cuando la felicidad es un instante que se esfuma aun antes de saborearlo? 

  Contemplo a mi alrededor caras largas, tristes, sacando fuerzas de las entrañas para traer el pan de cada día. ¿Sonrisa, dónde estás? 

  Me abstraigo, escucho mis adentros, un corazón que palpita. ¿Quién te lo pide? No, no controlo nada, ni el aire que respiro. Aún así lo necesito para poder volar, lejos, muy lejos, en un mundo imaginario donde ya no hay preguntas… ni dolor. Simplemente ser. 

  Tic, tac. Tic, tac. Los años pasan. Me estrello con la realidad y ésta me dispersa en pedazos. Me duele el alma más que mi cuerpo, ya enjuto. 

  Ahora apoyado en mi cayado, camino, no hay destino, sólo contemplar cómo la vida se va. Estoy cansado, hermana parca, llévame ya.

LA NORIA DEL TIEMPO



Muerte, desde mi infancia contemplé tu silueta caminar a mi lado, como una sombra.

Incluso tuvimos alguna que otra charla animada, aunque eres parca en palabras me confesaste alguno de tus secretos insondables.

Aún sientes rubor al recordarlo. Fue un atardecer de otoño, yo te pregunté si eras real o fruto de mi fantasía. Me miraste con enojo. Te situaste frente a mí y sin más preámbulo en un instante estabas dentro de mí. Todo se borró: los árboles, los edificios..., las gentes. El parque dejó de existir, incluso yo temía desaparecer. Intentaba con mis manos tocar mi rostro sin conseguirlo... porque no las tenía. Sentí pánico. ¿Estoy vivo? Al menos pensaba.

Entonces tras un silencio sepulcral pude atisbar un leve sonido, un corazón palpitaba... pero no era el mío. Yo, ya no era yo, sino todo cuanto existe y estaba en su origen y, por qué no decirlo, en su destino. No sé cómo supe, mas sin conocimiento, comprendí que la muerte es una falacia pueril. Soy, aun sin existir. La noria del tiempo gira y gira sin parar; soy el eje, los radios y las infinitas góndolas en las que disfruto existir.

—Ya sabes quien soy y quien tú eres. Soy tú cuando dejas de serlo -escuché.

El parque como se fue, volvió... y todo lo demás, incluso mi vieja compañera, la muerte.

AL OTRO LADO DEL TÚNEL



  Sabía que faltaba poco para abandonar el cuerpo que me sirvió con fidelidad durante décadas. En ocasiones te dejaba mas siempre volvía, mi alma anhelaba mi Hogar, aquel en el que reposaba y tomaba nuevo aliento ante las dificultades que conllevaba fusionarse con la densa materia.

  Mi corazón palpitaba agitado queriendo enviar con celeridad la savia de la vida hasta la última de mis células. Sentí una punzada en mi pecho, el ritmo cardíaco desaceleraba hasta ser imperceptible. Es la hora...

  De pronto oscuridad, silencio, abandono, el mismo de la hoja mecida por el viento con rumbo incierto.

  Me dejé llevar, libre, sin atadura. Miré por última vez a mi viejo traje. Gracias, le dije.

  Mi atención se centró en comprender dónde estaba. Una luz tenue me 'llamaba'. No tenía intención de ir hacia ella, quería explorar mi nuevo mundo...

  Sin saber cómo la luz me rodeaba, mi voluntad poco ha podido hacer para impedirlo. Parece que un poder inconmensurable guiaba mi ser. Dejé hacer...

  Nuevamente la negrura más absoluta. Paz, sólo paz. Sin cuerpo, sin forma. Nada me preocupaba. Necesitaba descansar y entré en un profundo sueño.

  No sé cuanto tiempo transcurrió, ¿un segundo, siglos? Me hallo ahora en un túnel  pegajoso, donde mi piel se adhiere. Estoy despertando, percibo luz al fondo, está vez es distinta. No me llama, no es necesario. Quiero ir. 

  Una fuerza tras de mí me empuja hacia la luz. Ahora soy consciente de que estoy en un cuerpo, sin darme tiempo a más me siento absorbido por algo. Mi alma la siento empequeñecer y escucho un palpitar, ¿un corazón? Sigo su ritmo. Ahora otro...

  El llanto de un niño. El mío. ¿Dónde estoy?

  Una voz me susurra: “Estás al otro lado del túnel. Bienvenido de nuevo al mundo terrenal. Has olvidado todo lo ocurrido al otro lado del velo, tu Hogar. Así lo has decidido".

  Pero, ¿si hace un instante que abandoné mi viejo cuerpo?

 - “Ya sabes que el tiempo no es nada al otro lado. Aquí han pasado varios años. Ha habido cambios drásticos y el mundo está sumido en una disyuntiva existencial. Es necesario que todo el potencial espiritual disponible se ‘embarre' para elevar las almas encarnadas hasta un punto de no retorno. Que las viejas leyes humanas caducas se diluyan como un azucarillo en agua y sean sólo un recuerdo, uno más. Que algo más que esperanza se materialice ante el desánimo. Has olvidado, mas llevas grabado a fuego qué has de hacer. Mira dentro de ti. Ahí está cuanto necesitas para conseguirlo.”

  ‘Olvido'. Otra vez. Difícil permanecer en este mundo si la nostalgia nos acecha. Entiendo y sé que el Fuego Eterno anida en cada alma. Si todas sintiéramos su calor qué fácil sería que éste ascendiera por nuestro cuerpo. Sólo el Amor lo puede conseguir...

De esto se trata: llevar Amor, nada más. Todas las almas estamos llamadas y el potencial es tan grande... La ocasión es única. Escuchar en el silencio... está al alcance.

   Miré fijamente a mi madre. Ambos corazones entonaban al unísono un canto de Amor. Tomé mi primer sorbo de leche materna.

  A éste y el otro lado del túnel el Fuego Eterno alimenta nuestras almas. Es hora de compartirlo. El tiempo es Ahora.

 


NO TARDES


 ¿Por qué te escondes?

 ¿No puedes o no quieres mostrarme tu rostro?

 Sólo puedo sentir tu calor y la luz que mis ojos aún perciben.

 No sé cuánto tiempo durará esta separación.

 Anhelo la noche que por fin se transforme en día, el encuentro de dos amantes...

 No tardes.

OTRA IDENTIDAD

 


OTRA IDENTIDAD 


  No sé, o quizás sí, supe cómo he llegado hasta aquí. Y tú, aparentemente atareado en tus asuntos, que resulta también son los míos, los de todos… Te volviste hacia mí como si fuera pura rutina que estuviera ‘al otro lado'. Puede que sea así para ti, pero en mi memoria está borrado. Ahora tienes otro nombre, ambos sabemos que es uno de tantos, mas tras él sigues siendo tú, el de siempre. Sonríes y me dices que tengo que tomar otra identidad, comenzar una nueva vida desde ‘cero'. Aún es pronto, tengo asuntos pendientes. Aunque eso del tiempo es relativo, pero así lo veo desde mi óptica terrenal. Es fácil cuando se contempla el mapa con la ruta e itinerarios previstos, mas cuando el olvido impera lo aún no vivido es pura quimera. Aún así confío. Yo sé, tú sabes, que merece la pena este viaje, y espero que la próxima vez que nos veamos sea en este lado del velo. Te reconoceré, sin importar bajo qué apariencia te muestres.

  Por cierto, bendita la luz que nos envolvió.   

  Gracias, ya sabes por qué.

  Hasta dentro de un rato.

AQUÍ Y AHORA




  Te veo como entonces, un instante que persiste en la memoria. Te acercabas con ímpetu y determinación, dejando que el viento meciera tu cabello cobrizo y tu vestido azabache. Pasaste a mi lado como un torbellino, no dejaste nada en pié. Mi alma fue descolocada para nunca más volver a ser lo que era.

  Seguí tu estela. Alejándote por la callejuela te perdiste entre la multitud. Corrí como nunca lo hice. Creí que nunca más volvería a verte...

  Una tarde, al bajar los escalones del Metro, te vi. Mi corazón estuvo a punto de estallar, no podía ser cierto y sin embargo...

  -Has tardado mucho, me dijiste sonriendo.

  No comprendí, mas asentí impulsivamente.

  -Milenios, respondí.

  Los dos reímos a carcajada.

  Subimos los peldaños hasta llegar a la superficie. Miré el cartel con el nombre de la estación, "Pueblo Nuevo". Quizás un presagio...

  Nos dimos la mano, sintiendo el calor que trasmitíamos ambos. Nos miramos. Los edificios dejaron de serlo para, en un instante, encontrarnos paseando junto al mar.

  El viento mecía las olas como si no hubiera un mañana. Quizás todo cuanto exista sea aquí y ahora.

BAJO LA LLUVIA

 



Cuando menos lo esperas, a veces uno no quiere ver la realidad, el cuerpo da señales de agotamiento y puede que algo inevitable: el final está cerca. Uno intenta convencerse que no es nada, algo pasajero, de lo que mañana, al despertar, pensarás que fue un mal sueño... Hasta que el dolor te saca del sopor y vuelve a recordarte de lo efímero que es nuestro paso por este mundo. ¿Debe uno prepararse para el momento de la partida, mirar a otro lado como si no fuera con uno o seguir el día a día como lo más maravilloso que la Vida nos ofrece?

No sabemos con certeza de dónde venimos ni a dónde vamos. Sí sabemos que estamos aquí y ahora y que todo cuanto tenemos, o más bien creemos tener,  no podemos  retenerlo. Los recuerdos se esfuman  como humo que se aleja para no volver. ¿Qué nos queda, a qué podemos asirnos para pasar el trance inevitable de la muerte saliendo victoriosos? ¿Nos espera un sueño eterno, el vacío más absoluto,… la nada?

El dolor me vuelve al presente. No, no me dominas, sólo haces que mi pensamiento pare en seco. Mas no soy lo que pienso o siento,  ni siquiera este cuerpo enjuto. Tengo mis dudas del cómo, pero sí sé que volveré de donde nunca partí.

Hermano dolor, gracias por este instante de lucidez. Espero despedirme de ti con dignidad, con la misma con la que te sentí por primera vez allá en un tiempo que no encuentro en el almacén de mi memoria.

Mañana volveré a soñar, a reír y bajo la lluvia empaparme una vez más. Brotaré de las entrañas de una nueva tierra y gritaré: ¡estoy vivo… una vez más!

DE LA MANO

   




Olas, una tras otra acarician la orilla del mar. Varias gaviotas ajenas a su vaivén otean la superficie buscando saciar el hambre, hoy al igual que hace miles de años.

  Una silueta humana se adentra lentamente rompiendo una ola, otra, hasta perderse en el horizonte. ¿Encontrará lo que busca al otro lado atraída por la luz de un sol misterioso tras el horizonte? ¿Volverá para desvelarnos sus secretos? Quizás…

  Mientras espero, cierro mis ojos, el susurro adormecedor de las olas mece mi alma inquieta. Silencio, quietud, vacío…

  Mi corazón alarga su cadencia lentamente hasta ser imperceptible.

  Abro mis ojos, el paisaje ha cambiado, aún estando a la orilla de ¿otro mar?. Un ser sale de sus aguas, me saluda. Le saludo.

  -¿Dónde estoy? -me pregunta. He realizado una larga travesía hasta llegar aquí.

  Le sonrío sin dar respuesta. Yo, tampoco lo sé.

  -¿Queríais saber qué esconde la luz? -Una voz surge a nuestra espalda-. Pues bien, vuestro origen y destino.

  ¿Quién pronunciaba tales palabras? Me volví y, quien parecía ser un anciano, nos sonreía, asintiendo.

  Al acercarse, su tez rejuvenecía por momentos. Tuve que frotarme los ojos.

  -Soy tú, soy ella. Soy vosotros. Soy todo cuanto veis y soñáis. Soy la luz y la sombra que proyectáis, vuestro pasado y futuro. Y, sobretodo, vuestro presente allá dónde estéis.

  Me atraía la profundidad de sus ojos. Su rostro mostraba un secreto: su androginia.

  -¿Eres nosotros, nuestra fusión?

  -Soy eso y mucho más. Lo iréis descubriendo poco a poco. Dejad un espacio vacío, una abertura a lo imposible en vuestras mentes inquietas. Y, no olvidéis lo más importante: caminad juntos, de la mano.


  Las olas rompen el silencio. Las gaviotas graznan surcando el cielo. La otra orilla parece lejana…

  Nos alejamos del mar, adentrándonos en la cotidianidad. Nos espera un nuevo día en esta realidad, juntos, de la mano, una vez más.





HADA

 



Mis ojos admiraban el lugar al que no sabía cómo había llegado: un frondoso bosque con árboles inmensos que no dejaban pasar más que unos pocos rayos de luz, ardillas saltando de un lado a otro, pequeños arbustos, grandes piedras cubiertas por la hiedra y el musgo. Un paisaje espectacular cubierto por una ligera niebla que daba al lugar un aspecto de cuento de hadas; aunque parecía que el silencio estaba presente no dejaba de escucharse el canto de los pájaros, muy distintos de los que estaba acostumbrado en la ciudad.

Di unos pasos vacilantes entre los arbustos, frente a estos pareció moverse fugazmente una figura humana, pero no podía ser, nadie puede vivir en un lugar como éste, tan alejado de la civilización. Unas risas parecían provenir de todas partes a la vez y la figura rápidamente desapareció, caminé unos pasos en dirección al lugar en que creí ver a ésta, pero nada encontré.

Me senté sobre una piedra observando el singular paisaje. El canto de un ave que me resultó conocido me atrajo la atención, creí reconocer a un ruiseñor. Miré al lugar del que provenía el sonido y contemplé con gran asombro a una niña cubierta con un corto vestido que parecía confeccionado con hojas de árboles. Su rostro, con una sonrisa que le remarcaba los pómulos; unas orejas puntiagudas que le sobresalían del largo pelo color castaño caído por los hombros. Me fijé en su piel, de un ligero tono verdoso; brazos y piernas desnudas, y sus pies descalzos que parecían fundirse con el suelo del lugar. Aquello que me atrajo la atención de una manera particular eran sus ojos, grandes, negros, ligeramente rasgados, con una mirada que parecía atravesar cuanto observaba; se quedaron fijos en mí, parecía examinar mi mente. Me quedé por unos segundos petrificado sin poder mover un solo músculo del cuerpo.

Instantes después comenzó a hablar, aunque no le vi mover un solo músculo de la cara, ni los labios, sin embargo le escuchaba con gran nitidez. Dio un paseo por mi infancia, deteniéndose en ciertos momentos que conservaba con cierta nitidez. Sacó a la luz un viejo temor que aún conservaba: no podía ver y menos tocar ciertas muñecas de porcelana, siempre me parecía que se iban a mover.

Me dijo:

«Ese temor en cierta manera no es infundado, sino producto de los temores que tus ancestros te habían inculcado sobre terribles seres que vivían junto a ti y querían llevarte a no se sabe que terrible mundo. Pero la realidad es muy diferente. ¡Mírame! ¿De verdad provoco miedo en ti? Cuando de pequeño jugabas, en tus horas de aparente soledad, me veías y compartías tus mejores momentos conmigo y yo te hablaba del reino del que provengo. Estamos por todas partes, con niñas y niños, con los adultos que no han perdido su inocencia; muchos de nosotros nos dedicamos a conservar la naturaleza: los ríos, los bosques, los mares, el cielo. Nos habéis puesto muchos nombres: ninfas, sirenas, ondinas, duendes…, hadas. Somos los Elementales de la Naturaleza, llámame simplemente… Hada.

»Lo más importante es que sepas que somos reales como tú. Que nuestro reino está viviendo en el mismo mundo que el tuyo y, deseamos tanto como tú que sigamos progresando juntos. Hacemos todo lo que podemos para arreglar los estropicios que estáis ocasionando con vuestra inconsciente manera de tratar la naturaleza. Si seguís por ese camino acabaréis con toda la vida y la riqueza del planeta. También estamos limitados como vosotros, pero si colaboráis, juntos podremos resolverlo; hay otros reinos que crees que no tienen vida que están dispuestos a ayudarnos. Todo depende del esfuerzo que en común pongamos en marcha, pues, juntos lo lograremos.

»Terminó diciendo: Y recuerda no existen esos malignos seres, éstos sí son producto de tu imaginación y de los que quieren que no avancéis y consigáis ser felices. Muy pronto muchos otros nos verán, no importa cómo nos presentemos, somos la vida misma en una de las múltiples apariencias en que el Amor se presenta. Hasta muy pronto.»

El canto del ruiseñor volvió a resurgir con fuerza, me distrajo y. cuando volví a mirar Hada había desaparecido.

Hada, nunca te he olvidado, lo sabes muy bien.

A los pocos días ―esto ocurrió hace unos años―, paseando por una calle comercial, mirando un escaparate vi, sorprendido, la figura de un hada… era la base de una lámpara. Sin dudarlo la compré… sin lámpara.



EL ÉXODO CONTINÚA... CONTIGO

 



Tu pueblo, mi pueblo, sufre.
Aún vive perdido.
Arrancó su alma de la esclavitud física. Se adentró en el desierto con la esperanza de una nueva tierra.
Su alma hoy no es libre, está cautiva. Ya no está oprimida por otro pueblo, ahora es él mismo su propio carcelero.
Hoy mi pueblo camina ciego y perdido por el desierto. Hace siglos de la partida y el peregrinaje continúa.
No ha sido en vano lo andado. Hemos aprendido por el dolor, la perdida, la carestía, la necesidad, el gozo, el deleite, la esperanza… Algunos hemos tendido nuestras manos a quienes nos lo han pedido, pero no ha sido suficiente, aun necesitamos más manos, necesitamos las tuyas.
¡Si, las tuyas!
¡Únelas! No mires a quién.
Tu pueblo ha crecido lo suficiente para que te des cuenta que ya no hay distinción de raza, credo, clase, entre nosotros.
Ahora todos somos un solo pueblo que camina en este planeta que llamamos Tierra.

Ya no soy judío, cristiano, musulmán, budista, hinduista, animista… No soy ninguno de ellos y soy todos a la vez. He aprendido que los –ismos, los –istas, no me han dado la respuesta que buscaba.
Busco, sí, aún busco la tierra prometida a mis antepasados. Quizá esté todavía lejana, o más cerca de lo que nunca soñé. Mas sólo una cosa sé: que el camino quiero hacerlo contigo, sin prejuicios, normas ni condenas y ligero de equipaje. Si me buscas, me encuentras en cada recodo del camino, allá donde se sufre y se pregunta, donde un alma inquieta aún te espera… con una sonrisa.

Un día mi pueblo se liberó. Hoy mi alma pide lo mismo.
El éxodo continúa... contigo.

MIRANDO AL MAR

 



“Mirando al mar soñé que estabas junto a mí…”.

-¿Qué, cantando?

-Canturreando, más bien. Y, ¿cómo tú por aquí, también viendo las olas que vienen y van?

-Viendo la vida pasar.

-Hacía tiempo que no sabía de ti.

-Eso es porque andas distraído, siempre estoy a la vista.

-Pues benditos los ojos que te ven. Tendré que ir al oculista.

-Más bien a un buen psicólogo que te ayude a ordenar tu mente y desechar tanta ‘basura mental'. Mírate con los ojos del alma ante un espejo y verás que no ves nada.

-Dejé de mirarme en el espejo…

-¿Ya no confías en ti, en mí?

-Como creación mental está bien, como realidad independiente de mí ya es otro tema. Dejé de creer en dioses y demonios…

-¿Me vas a decir que soy fruto de tu mente? Pues es fácil, desconecta y se acabó, ¿dejaré de existir? Prueba.

-Pues mira, lo voy a intentar, así me libro de ti y tus laberintos existenciales.

-Ja, ja, ja…

-“Mirando al mar soñé que estabas junto a mí… 

Mirando al mar yo no sé que sentí que acordándome de ti lloré…

La dicha que perdí yo sé que ha de volver cuando yo esté mirando al mar…”


RADIO AMOR

 



-No entiendo el por qué de este olvido. Estar aquí, entre vosotros, viejos amigos, debería ser noticia y, sin embargo parece que somos miembros clandestinos de no sé qué grupo desestabilizador, -así abrí lo que mi alma sentía, sin adornos.


-No, amigo, hermano -dijo uno de ellos-, no somos clandestinos. Es mucho más sencillo: simplemente no existimos para el mundo porque no nos ven ni creen siquiera en la posibilidad de que sea posible. Vibramos a una frecuencia que ninguno de sus aparatos es capaz de sintonizar y, lo más gracioso es que estamos presentes en la misma Tierra que ellos pisan.


-Entonces, ¿por qué os veo y, por qué estoy aquí?


«Nos ves y estás aquí por tu sintonía. Has girado el dial lo suficiente para sintonizar ‘Radio Amor'. Como sabrás no eres el único. Sois muchos los que vais y venís con cierta asiduidad.

»Si hoy, ahora, estás aquí es para dar testimonio de nuestra realidad. Los que han abierto lo suficiente los pétalos de su alma buscan aún fuera lo que llevan dentro. Es ahí donde somos reales en vuestro plano de la realidad hasta que por la fuerza de un intenso amor de la humanidad se rasgue el velo que nos separa. Entonces sabréis que siempre estuvimos ahí, aquí, en una misma Realidad.»


-Entonces, ¿por qué está separación? ¿Sabes la sensación de sentirse huérfano, de faltarte algo vital y de vagar por el mundo tras perderlo?


-¡Claro que lo sé! No nací ayer, ni anteayer… Como tú he sufrido la misma ausencia. Sentir que la vida no tiene sentido cuando ves tanto sufrimiento, tanta sinrazón. Me rompí en mil pedazos, no una sino varias veces… Y me reconstruí, átomo a átomo, célula a célula. Así supe que tenía la posibilidad de crearme y recrearme. Tal poder no vino de fuera sino de la voluntad de amar a cuanto me rodeaba. Verlos sufrir, morir y desaparecer para ‘siempre' me mataba estando vivo. Ese amor rompió literalmente mi alma y, entonces contemplé quien era yo. Supe en mi ignorancia de mi eternidad. Existo sin existir, Soy sin ser… Soy el que ES, sin principio ni fin. Todo cuanto ves, cuanto fuiste y serás… SOY YO. 


-¿Cómo puedes tener un cuerpo, un rostro que no es el mío, si tú eres yo y yo soy tú?


-Tú me has creado a tu imagen y semejanza. ¿No lo recuerdas? Tú has creado todo, y cuando digo todo, es TODO. Yo soy tu creación como tú la mía. Por eso me buscas y nos buscan. Soy, somos, vosotros en vuestro futuro, el que estáis imaginando con el Amor que eres, sois, capaces de crear.


-Mi mente estaba confusa…


-¡Aquieta la mente!


Sus palabras las percibí como una orden y… callé mi mente. Al instante me miré los pies… ¡No los tenía! ¿Y mis manos? No estaban. Ni Él, ni ellos… Todo había desaparecido.

Y vi bombas caer… ¿Dónde estaba?


-Estás viendo lo que tú eres. Aunque de un modo algo brusco, estás desintegrando lo que fuiste… Nada temas, porque YA has creado un mundo nuevo, una Tierra virgen donde tú y todos los que tú eres, somos, habitaremos. Ya estamos habitando. Millones de rostros son tu rostro, el mío. En la Realidad YA ES.


Y así como lo viví os lo transmito. No espero que creáis mis palabras. Escuchaos a vosotras, a vosotros, porque tenéis la respuesta.

HERMANA



 ¡Hola hermana!

¿Qué tal el día?

Anoche te quedaste dormida, sumida en tus pensamientos, mezclando los existenciales con los banales. Bueno, no hay nada banal para ti.

¿Aún sientes el calor de mi mano? Te toqué la frente cuando estabas dormida... Parecías un ángel. Tapada hasta el cuello.

La lluvia sigue cayendo.

Soñabas, confiada en encontrar lo que tanto anhelas. No sabes lo cerca que está...

Me di una vuelta por tu casa, parece desordenada, aunque tú lo encuentras entrañable. ¿Aún tienes cosas por colocar tras la última mudanza? No cambiarás.

Te quiero así... Hermana... Imprevisible.

Y, no lo dudes, volveré cuando soñando estés.

SOY YO, MI ALMA

 


Busco mi alma como la noche anhela el día.

¿Por qué te ocultas?

« Siempre estoy ante ti. Te digo más, estoy en ti. No me reconoces porque aún dudas de mí… De ti.

»Eres fuego, agua, viento, tierra… Y mucho más.

»Soy yo quien en un instante de eternidad olvido para recordar. Me pierdo para encontrarme… en ti. Muero para vivir. Vivo para morir. 

»¿No ves que tu razón es mi sinrazón? Te desequilibro para que rompas esquemas caducos. Si saltas al vacío no es para que seas un héroe sino simplemente un ser humano, un amante de la vida. 

»No, no te pido que confíes, que creas sin ver. Quiero que sientas tus descalzos pies embarrarse hasta que se fundan con la tierra que te vio nacer. Si caes, tienes el poder de levantarte. Si mueres serás uno con el barro que moldearás una vez más.

»Día y noche, ¿qué son en realidad? Hay otro sol que te ilumina. No lo busques.»


EL MENSAJE ORIGINAL

 


En tiempos de Jesucristo, unos dos mil años atrás, todo parecía sencillo para quienes buscaban la verdad. Sabían de las leyes judaicas, del intrincado entramado donde se dictaba cómo era una vida recta a ojos de los rabinos, donde sólo cabía acatarlas. Unos pocos rebeldes, movidos por un espíritu renovador, tuvieron la valentía de enfrentarse a ellos. El poder omnipotente estaba en el invasor romano, y dejaban los asuntos religiosos del pueblo judío sometido en sus propias manos… 

Siempre y cuando no fueran contra Roma.

“Jóvenes inquietos, no son peligrosos”, decían.

“Sencillez, sin leyes ni comedias”. Su mensaje calaba en el pueblo llano, cansado de la hipocresía de los fariseos y saduceos. 

Éstos se repartían los cargos del poder religioso y político en su propio beneficio. Eran una casta privilegiada.

¿Cambiar el sistema de vida? Vana ilusión. Y estos pocos locos de corazón creyeron lo imposible.

Hablaban al gentío, les llegaban al corazón: “Amaos". 

¡Radicales! Comenzaron a atacarles cuando despertaron a las conciencias dormidas. Cuestionar a quien tenía la verdad absoluta y el privilegio de ser interlocutor de Yahvé, era traspasar el límite. 

Sí, eran radicales, pues iban a la raíz. En cada uno estaba vivo el espíritu de Dios, ¿por qué no despertarlo, escucharlo y seguir el propio dictado? 

El Poder vio peligrar su régimen. Una cuestión era que los esenios vivieran retirados en el desierto siendo inofensivos y otra que éstos y zelotes, atraídos por un líder que nunca lo quiso ser, apoyarán su causa. 

Había que tomar medidas drásticas. Dar un escarmiento.

Arrestado el líder, Rabí le llamaban, fue sometido a un juicio sumarísimo. Sentenciado a muerte sin dilación, fue crucificado como un ladrón. Un poco sí lo era, les robó un pueblo dormido. 

Tras su muerte, los verdaderos ladrones siguieron su vida en el poder. 

Pasaron los siglos…

Otros fariseos ocuparon su lugar. Creando, modificando, actualizando, leyes religiosas para adaptarse a los tiempos. 

Pero poco, en el fondo, ha cambiado. Sus normas son como una tela de araña, sólo atrapa a pequeños insectos, los grandes se la saltan. 

El dinero mueve montañas y el poder terrenal relega la espiritualidad al último lugar. Si tienes posibles, serás como esos insectos grandes, formarás parte de la casta. 

¿Hace falta recordarles a los doctos de la Iglesia por qué están ahí?  Atrapados en su propia tela de araña han olvidado que un día fueron jóvenes rebeldes. ¿En qué os habéis convertido? No seáis hipócritas, sobran leyes y condenas.

Ama, es sencillo.




PATRIOTA



Nunca me he sentido un patriota, siempre lo he visto como una barrera, marcando distancia con los demás. Soy hijo de la Tierra, si ha de haber alguna patria que sea la humanidad.

Tenemos diferentes visiones de nuestra realidad, pero ello nunca debe implicar imponer la nuestra a los demás. El diálogo es vital, tanto como evitar que nadie se considere superior ni inferior. La diferencia es una cualidad.

¿Qué es más importante en un árbol, sus raíces, el tronco, las ramas, sus hojas,… el fruto? La naturaleza es sabía. ¿Por qué diseccionar lo que es una entidad. ¿Os lo imagináis discutiendo quién es mejor? Absurdo. No discuten, colaboran, pues su existencia es una labor de toda la unidad. 

Hay que reprogramar nuestro concepto de identidad. El ego no es superior, sino parte integrarte de una mayor entidad: nosotros.

Y, esta guerra, va de egos.

Es desde la infancia cuando hay que comenzar a cambiar, en casa, colegio, en la calle. Los que tenemos unos años tenemos esta responsabilidad. Así evitaremos que el ‘arbol' se tuerza y maleduquemos formando monstruos… como Putin.


HÉROES DE GUERRA



No dejan de llegar heridos. 

El bombardeo ha sido intenso.  Han destruido una guardería y el edificio más cercano ha quedado en ruinas. Entran niños con fracturas múltiples  y amputaciones. Decenas de muertos. No nos quedan casi medicamentos y la electricidad está fallando. Operamos con velas. Hacemos más de lo que podemos. Tres días sin conciliar el sueño en condiciones, alguna cabezada, nada más.

No ha podido ser, se nos ha ido un bebé. Tengo que parar un momento. No puedo con tanta crueldad. ¿Objetivos militares? ¡No! ¡Castigo a civiles! Nos quieren arrodillados o muertos.

¿Cuánto tiempo podremos aguantar? Somos sólo médicos, enfermeras, no somos héroes.

Se espera que entren cuerpos especiales rusos, escuadrones de la muerte. La  matanza va a ser imparable. No van a respetar nada, ni siquiera este hospital.



EL PRECIO DE LA GUERRA

 


Mi niño llora,

le duele el alma. 

Tiene hambre,

sed,

nada le calma.


La noche oscura,

más negra el alba.

Él no comprende

lo que le pasa.


Ven a mis brazos,

mi niño querido.

Yo te protejo

cuando es preciso.


Escucha mi canto.

Siente mi mano

y mi corazón

que junto al tuyo

ya uno son.


No estés triste,

viene papá.

Marchó a la guerra,

pronto vendrá.


Duerme mi niño,

mi niño amado.

Mamá te susurra 

una canción,

habla de paz,

llena de amor.


Caro es el precio

el que tu pagas.

Mi niño llora,

le duele el alma.



Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...