BAJO LA LLUVIA

 



Cuando menos lo esperas, a veces uno no quiere ver la realidad, el cuerpo da señales de agotamiento y puede que algo inevitable: el final está cerca. Uno intenta convencerse que no es nada, algo pasajero, de lo que mañana, al despertar, pensarás que fue un mal sueño... Hasta que el dolor te saca del sopor y vuelve a recordarte de lo efímero que es nuestro paso por este mundo. ¿Debe uno prepararse para el momento de la partida, mirar a otro lado como si no fuera con uno o seguir el día a día como lo más maravilloso que la Vida nos ofrece?

No sabemos con certeza de dónde venimos ni a dónde vamos. Sí sabemos que estamos aquí y ahora y que todo cuanto tenemos, o más bien creemos tener,  no podemos  retenerlo. Los recuerdos se esfuman  como humo que se aleja para no volver. ¿Qué nos queda, a qué podemos asirnos para pasar el trance inevitable de la muerte saliendo victoriosos? ¿Nos espera un sueño eterno, el vacío más absoluto,… la nada?

El dolor me vuelve al presente. No, no me dominas, sólo haces que mi pensamiento pare en seco. Mas no soy lo que pienso o siento,  ni siquiera este cuerpo enjuto. Tengo mis dudas del cómo, pero sí sé que volveré de donde nunca partí.

Hermano dolor, gracias por este instante de lucidez. Espero despedirme de ti con dignidad, con la misma con la que te sentí por primera vez allá en un tiempo que no encuentro en el almacén de mi memoria.

Mañana volveré a soñar, a reír y bajo la lluvia empaparme una vez más. Brotaré de las entrañas de una nueva tierra y gritaré: ¡estoy vivo… una vez más!

DE LA MANO

   




Olas, una tras otra acarician la orilla del mar. Varias gaviotas ajenas a su vaivén otean la superficie buscando saciar el hambre, hoy al igual que hace miles de años.

  Una silueta humana se adentra lentamente rompiendo una ola, otra, hasta perderse en el horizonte. ¿Encontrará lo que busca al otro lado atraída por la luz de un sol misterioso tras el horizonte? ¿Volverá para desvelarnos sus secretos? Quizás…

  Mientras espero, cierro mis ojos, el susurro adormecedor de las olas mece mi alma inquieta. Silencio, quietud, vacío…

  Mi corazón alarga su cadencia lentamente hasta ser imperceptible.

  Abro mis ojos, el paisaje ha cambiado, aún estando a la orilla de ¿otro mar?. Un ser sale de sus aguas, me saluda. Le saludo.

  -¿Dónde estoy? -me pregunta. He realizado una larga travesía hasta llegar aquí.

  Le sonrío sin dar respuesta. Yo, tampoco lo sé.

  -¿Queríais saber qué esconde la luz? -Una voz surge a nuestra espalda-. Pues bien, vuestro origen y destino.

  ¿Quién pronunciaba tales palabras? Me volví y, quien parecía ser un anciano, nos sonreía, asintiendo.

  Al acercarse, su tez rejuvenecía por momentos. Tuve que frotarme los ojos.

  -Soy tú, soy ella. Soy vosotros. Soy todo cuanto veis y soñáis. Soy la luz y la sombra que proyectáis, vuestro pasado y futuro. Y, sobretodo, vuestro presente allá dónde estéis.

  Me atraía la profundidad de sus ojos. Su rostro mostraba un secreto: su androginia.

  -¿Eres nosotros, nuestra fusión?

  -Soy eso y mucho más. Lo iréis descubriendo poco a poco. Dejad un espacio vacío, una abertura a lo imposible en vuestras mentes inquietas. Y, no olvidéis lo más importante: caminad juntos, de la mano.


  Las olas rompen el silencio. Las gaviotas graznan surcando el cielo. La otra orilla parece lejana…

  Nos alejamos del mar, adentrándonos en la cotidianidad. Nos espera un nuevo día en esta realidad, juntos, de la mano, una vez más.





HADA

 



Mis ojos admiraban el lugar al que no sabía cómo había llegado: un frondoso bosque con árboles inmensos que no dejaban pasar más que unos pocos rayos de luz, ardillas saltando de un lado a otro, pequeños arbustos, grandes piedras cubiertas por la hiedra y el musgo. Un paisaje espectacular cubierto por una ligera niebla que daba al lugar un aspecto de cuento de hadas; aunque parecía que el silencio estaba presente no dejaba de escucharse el canto de los pájaros, muy distintos de los que estaba acostumbrado en la ciudad.

Di unos pasos vacilantes entre los arbustos, frente a estos pareció moverse fugazmente una figura humana, pero no podía ser, nadie puede vivir en un lugar como éste, tan alejado de la civilización. Unas risas parecían provenir de todas partes a la vez y la figura rápidamente desapareció, caminé unos pasos en dirección al lugar en que creí ver a ésta, pero nada encontré.

Me senté sobre una piedra observando el singular paisaje. El canto de un ave que me resultó conocido me atrajo la atención, creí reconocer a un ruiseñor. Miré al lugar del que provenía el sonido y contemplé con gran asombro a una niña cubierta con un corto vestido que parecía confeccionado con hojas de árboles. Su rostro, con una sonrisa que le remarcaba los pómulos; unas orejas puntiagudas que le sobresalían del largo pelo color castaño caído por los hombros. Me fijé en su piel, de un ligero tono verdoso; brazos y piernas desnudas, y sus pies descalzos que parecían fundirse con el suelo del lugar. Aquello que me atrajo la atención de una manera particular eran sus ojos, grandes, negros, ligeramente rasgados, con una mirada que parecía atravesar cuanto observaba; se quedaron fijos en mí, parecía examinar mi mente. Me quedé por unos segundos petrificado sin poder mover un solo músculo del cuerpo.

Instantes después comenzó a hablar, aunque no le vi mover un solo músculo de la cara, ni los labios, sin embargo le escuchaba con gran nitidez. Dio un paseo por mi infancia, deteniéndose en ciertos momentos que conservaba con cierta nitidez. Sacó a la luz un viejo temor que aún conservaba: no podía ver y menos tocar ciertas muñecas de porcelana, siempre me parecía que se iban a mover.

Me dijo:

«Ese temor en cierta manera no es infundado, sino producto de los temores que tus ancestros te habían inculcado sobre terribles seres que vivían junto a ti y querían llevarte a no se sabe que terrible mundo. Pero la realidad es muy diferente. ¡Mírame! ¿De verdad provoco miedo en ti? Cuando de pequeño jugabas, en tus horas de aparente soledad, me veías y compartías tus mejores momentos conmigo y yo te hablaba del reino del que provengo. Estamos por todas partes, con niñas y niños, con los adultos que no han perdido su inocencia; muchos de nosotros nos dedicamos a conservar la naturaleza: los ríos, los bosques, los mares, el cielo. Nos habéis puesto muchos nombres: ninfas, sirenas, ondinas, duendes…, hadas. Somos los Elementales de la Naturaleza, llámame simplemente… Hada.

»Lo más importante es que sepas que somos reales como tú. Que nuestro reino está viviendo en el mismo mundo que el tuyo y, deseamos tanto como tú que sigamos progresando juntos. Hacemos todo lo que podemos para arreglar los estropicios que estáis ocasionando con vuestra inconsciente manera de tratar la naturaleza. Si seguís por ese camino acabaréis con toda la vida y la riqueza del planeta. También estamos limitados como vosotros, pero si colaboráis, juntos podremos resolverlo; hay otros reinos que crees que no tienen vida que están dispuestos a ayudarnos. Todo depende del esfuerzo que en común pongamos en marcha, pues, juntos lo lograremos.

»Terminó diciendo: Y recuerda no existen esos malignos seres, éstos sí son producto de tu imaginación y de los que quieren que no avancéis y consigáis ser felices. Muy pronto muchos otros nos verán, no importa cómo nos presentemos, somos la vida misma en una de las múltiples apariencias en que el Amor se presenta. Hasta muy pronto.»

El canto del ruiseñor volvió a resurgir con fuerza, me distrajo y. cuando volví a mirar Hada había desaparecido.

Hada, nunca te he olvidado, lo sabes muy bien.

A los pocos días ―esto ocurrió hace unos años―, paseando por una calle comercial, mirando un escaparate vi, sorprendido, la figura de un hada… era la base de una lámpara. Sin dudarlo la compré… sin lámpara.



EL ÉXODO CONTINÚA... CONTIGO

 



Tu pueblo, mi pueblo, sufre.
Aún vive perdido.
Arrancó su alma de la esclavitud física. Se adentró en el desierto con la esperanza de una nueva tierra.
Su alma hoy no es libre, está cautiva. Ya no está oprimida por otro pueblo, ahora es él mismo su propio carcelero.
Hoy mi pueblo camina ciego y perdido por el desierto. Hace siglos de la partida y el peregrinaje continúa.
No ha sido en vano lo andado. Hemos aprendido por el dolor, la perdida, la carestía, la necesidad, el gozo, el deleite, la esperanza… Algunos hemos tendido nuestras manos a quienes nos lo han pedido, pero no ha sido suficiente, aun necesitamos más manos, necesitamos las tuyas.
¡Si, las tuyas!
¡Únelas! No mires a quién.
Tu pueblo ha crecido lo suficiente para que te des cuenta que ya no hay distinción de raza, credo, clase, entre nosotros.
Ahora todos somos un solo pueblo que camina en este planeta que llamamos Tierra.

Ya no soy judío, cristiano, musulmán, budista, hinduista, animista… No soy ninguno de ellos y soy todos a la vez. He aprendido que los –ismos, los –istas, no me han dado la respuesta que buscaba.
Busco, sí, aún busco la tierra prometida a mis antepasados. Quizá esté todavía lejana, o más cerca de lo que nunca soñé. Mas sólo una cosa sé: que el camino quiero hacerlo contigo, sin prejuicios, normas ni condenas y ligero de equipaje. Si me buscas, me encuentras en cada recodo del camino, allá donde se sufre y se pregunta, donde un alma inquieta aún te espera… con una sonrisa.

Un día mi pueblo se liberó. Hoy mi alma pide lo mismo.
El éxodo continúa... contigo.

MIRANDO AL MAR

 



“Mirando al mar soñé que estabas junto a mí…”.

-¿Qué, cantando?

-Canturreando, más bien. Y, ¿cómo tú por aquí, también viendo las olas que vienen y van?

-Viendo la vida pasar.

-Hacía tiempo que no sabía de ti.

-Eso es porque andas distraído, siempre estoy a la vista.

-Pues benditos los ojos que te ven. Tendré que ir al oculista.

-Más bien a un buen psicólogo que te ayude a ordenar tu mente y desechar tanta ‘basura mental'. Mírate con los ojos del alma ante un espejo y verás que no ves nada.

-Dejé de mirarme en el espejo…

-¿Ya no confías en ti, en mí?

-Como creación mental está bien, como realidad independiente de mí ya es otro tema. Dejé de creer en dioses y demonios…

-¿Me vas a decir que soy fruto de tu mente? Pues es fácil, desconecta y se acabó, ¿dejaré de existir? Prueba.

-Pues mira, lo voy a intentar, así me libro de ti y tus laberintos existenciales.

-Ja, ja, ja…

-“Mirando al mar soñé que estabas junto a mí… 

Mirando al mar yo no sé que sentí que acordándome de ti lloré…

La dicha que perdí yo sé que ha de volver cuando yo esté mirando al mar…”


RADIO AMOR

 



-No entiendo el por qué de este olvido. Estar aquí, entre vosotros, viejos amigos, debería ser noticia y, sin embargo parece que somos miembros clandestinos de no sé qué grupo desestabilizador, -así abrí lo que mi alma sentía, sin adornos.


-No, amigo, hermano -dijo uno de ellos-, no somos clandestinos. Es mucho más sencillo: simplemente no existimos para el mundo porque no nos ven ni creen siquiera en la posibilidad de que sea posible. Vibramos a una frecuencia que ninguno de sus aparatos es capaz de sintonizar y, lo más gracioso es que estamos presentes en la misma Tierra que ellos pisan.


-Entonces, ¿por qué os veo y, por qué estoy aquí?


«Nos ves y estás aquí por tu sintonía. Has girado el dial lo suficiente para sintonizar ‘Radio Amor'. Como sabrás no eres el único. Sois muchos los que vais y venís con cierta asiduidad.

»Si hoy, ahora, estás aquí es para dar testimonio de nuestra realidad. Los que han abierto lo suficiente los pétalos de su alma buscan aún fuera lo que llevan dentro. Es ahí donde somos reales en vuestro plano de la realidad hasta que por la fuerza de un intenso amor de la humanidad se rasgue el velo que nos separa. Entonces sabréis que siempre estuvimos ahí, aquí, en una misma Realidad.»


-Entonces, ¿por qué está separación? ¿Sabes la sensación de sentirse huérfano, de faltarte algo vital y de vagar por el mundo tras perderlo?


-¡Claro que lo sé! No nací ayer, ni anteayer… Como tú he sufrido la misma ausencia. Sentir que la vida no tiene sentido cuando ves tanto sufrimiento, tanta sinrazón. Me rompí en mil pedazos, no una sino varias veces… Y me reconstruí, átomo a átomo, célula a célula. Así supe que tenía la posibilidad de crearme y recrearme. Tal poder no vino de fuera sino de la voluntad de amar a cuanto me rodeaba. Verlos sufrir, morir y desaparecer para ‘siempre' me mataba estando vivo. Ese amor rompió literalmente mi alma y, entonces contemplé quien era yo. Supe en mi ignorancia de mi eternidad. Existo sin existir, Soy sin ser… Soy el que ES, sin principio ni fin. Todo cuanto ves, cuanto fuiste y serás… SOY YO. 


-¿Cómo puedes tener un cuerpo, un rostro que no es el mío, si tú eres yo y yo soy tú?


-Tú me has creado a tu imagen y semejanza. ¿No lo recuerdas? Tú has creado todo, y cuando digo todo, es TODO. Yo soy tu creación como tú la mía. Por eso me buscas y nos buscan. Soy, somos, vosotros en vuestro futuro, el que estáis imaginando con el Amor que eres, sois, capaces de crear.


-Mi mente estaba confusa…


-¡Aquieta la mente!


Sus palabras las percibí como una orden y… callé mi mente. Al instante me miré los pies… ¡No los tenía! ¿Y mis manos? No estaban. Ni Él, ni ellos… Todo había desaparecido.

Y vi bombas caer… ¿Dónde estaba?


-Estás viendo lo que tú eres. Aunque de un modo algo brusco, estás desintegrando lo que fuiste… Nada temas, porque YA has creado un mundo nuevo, una Tierra virgen donde tú y todos los que tú eres, somos, habitaremos. Ya estamos habitando. Millones de rostros son tu rostro, el mío. En la Realidad YA ES.


Y así como lo viví os lo transmito. No espero que creáis mis palabras. Escuchaos a vosotras, a vosotros, porque tenéis la respuesta.

HERMANA



 ¡Hola hermana!

¿Qué tal el día?

Anoche te quedaste dormida, sumida en tus pensamientos, mezclando los existenciales con los banales. Bueno, no hay nada banal para ti.

¿Aún sientes el calor de mi mano? Te toqué la frente cuando estabas dormida... Parecías un ángel. Tapada hasta el cuello.

La lluvia sigue cayendo.

Soñabas, confiada en encontrar lo que tanto anhelas. No sabes lo cerca que está...

Me di una vuelta por tu casa, parece desordenada, aunque tú lo encuentras entrañable. ¿Aún tienes cosas por colocar tras la última mudanza? No cambiarás.

Te quiero así... Hermana... Imprevisible.

Y, no lo dudes, volveré cuando soñando estés.

SOY YO, MI ALMA

 


Busco mi alma como la noche anhela el día.

¿Por qué te ocultas?

« Siempre estoy ante ti. Te digo más, estoy en ti. No me reconoces porque aún dudas de mí… De ti.

»Eres fuego, agua, viento, tierra… Y mucho más.

»Soy yo quien en un instante de eternidad olvido para recordar. Me pierdo para encontrarme… en ti. Muero para vivir. Vivo para morir. 

»¿No ves que tu razón es mi sinrazón? Te desequilibro para que rompas esquemas caducos. Si saltas al vacío no es para que seas un héroe sino simplemente un ser humano, un amante de la vida. 

»No, no te pido que confíes, que creas sin ver. Quiero que sientas tus descalzos pies embarrarse hasta que se fundan con la tierra que te vio nacer. Si caes, tienes el poder de levantarte. Si mueres serás uno con el barro que moldearás una vez más.

»Día y noche, ¿qué son en realidad? Hay otro sol que te ilumina. No lo busques.»


EL MENSAJE ORIGINAL

 


En tiempos de Jesucristo, unos dos mil años atrás, todo parecía sencillo para quienes buscaban la verdad. Sabían de las leyes judaicas, del intrincado entramado donde se dictaba cómo era una vida recta a ojos de los rabinos, donde sólo cabía acatarlas. Unos pocos rebeldes, movidos por un espíritu renovador, tuvieron la valentía de enfrentarse a ellos. El poder omnipotente estaba en el invasor romano, y dejaban los asuntos religiosos del pueblo judío sometido en sus propias manos… 

Siempre y cuando no fueran contra Roma.

“Jóvenes inquietos, no son peligrosos”, decían.

“Sencillez, sin leyes ni comedias”. Su mensaje calaba en el pueblo llano, cansado de la hipocresía de los fariseos y saduceos. 

Éstos se repartían los cargos del poder religioso y político en su propio beneficio. Eran una casta privilegiada.

¿Cambiar el sistema de vida? Vana ilusión. Y estos pocos locos de corazón creyeron lo imposible.

Hablaban al gentío, les llegaban al corazón: “Amaos". 

¡Radicales! Comenzaron a atacarles cuando despertaron a las conciencias dormidas. Cuestionar a quien tenía la verdad absoluta y el privilegio de ser interlocutor de Yahvé, era traspasar el límite. 

Sí, eran radicales, pues iban a la raíz. En cada uno estaba vivo el espíritu de Dios, ¿por qué no despertarlo, escucharlo y seguir el propio dictado? 

El Poder vio peligrar su régimen. Una cuestión era que los esenios vivieran retirados en el desierto siendo inofensivos y otra que éstos y zelotes, atraídos por un líder que nunca lo quiso ser, apoyarán su causa. 

Había que tomar medidas drásticas. Dar un escarmiento.

Arrestado el líder, Rabí le llamaban, fue sometido a un juicio sumarísimo. Sentenciado a muerte sin dilación, fue crucificado como un ladrón. Un poco sí lo era, les robó un pueblo dormido. 

Tras su muerte, los verdaderos ladrones siguieron su vida en el poder. 

Pasaron los siglos…

Otros fariseos ocuparon su lugar. Creando, modificando, actualizando, leyes religiosas para adaptarse a los tiempos. 

Pero poco, en el fondo, ha cambiado. Sus normas son como una tela de araña, sólo atrapa a pequeños insectos, los grandes se la saltan. 

El dinero mueve montañas y el poder terrenal relega la espiritualidad al último lugar. Si tienes posibles, serás como esos insectos grandes, formarás parte de la casta. 

¿Hace falta recordarles a los doctos de la Iglesia por qué están ahí?  Atrapados en su propia tela de araña han olvidado que un día fueron jóvenes rebeldes. ¿En qué os habéis convertido? No seáis hipócritas, sobran leyes y condenas.

Ama, es sencillo.




PATRIOTA



Nunca me he sentido un patriota, siempre lo he visto como una barrera, marcando distancia con los demás. Soy hijo de la Tierra, si ha de haber alguna patria que sea la humanidad.

Tenemos diferentes visiones de nuestra realidad, pero ello nunca debe implicar imponer la nuestra a los demás. El diálogo es vital, tanto como evitar que nadie se considere superior ni inferior. La diferencia es una cualidad.

¿Qué es más importante en un árbol, sus raíces, el tronco, las ramas, sus hojas,… el fruto? La naturaleza es sabía. ¿Por qué diseccionar lo que es una entidad. ¿Os lo imagináis discutiendo quién es mejor? Absurdo. No discuten, colaboran, pues su existencia es una labor de toda la unidad. 

Hay que reprogramar nuestro concepto de identidad. El ego no es superior, sino parte integrarte de una mayor entidad: nosotros.

Y, esta guerra, va de egos.

Es desde la infancia cuando hay que comenzar a cambiar, en casa, colegio, en la calle. Los que tenemos unos años tenemos esta responsabilidad. Así evitaremos que el ‘arbol' se tuerza y maleduquemos formando monstruos… como Putin.


HÉROES DE GUERRA



No dejan de llegar heridos. 

El bombardeo ha sido intenso.  Han destruido una guardería y el edificio más cercano ha quedado en ruinas. Entran niños con fracturas múltiples  y amputaciones. Decenas de muertos. No nos quedan casi medicamentos y la electricidad está fallando. Operamos con velas. Hacemos más de lo que podemos. Tres días sin conciliar el sueño en condiciones, alguna cabezada, nada más.

No ha podido ser, se nos ha ido un bebé. Tengo que parar un momento. No puedo con tanta crueldad. ¿Objetivos militares? ¡No! ¡Castigo a civiles! Nos quieren arrodillados o muertos.

¿Cuánto tiempo podremos aguantar? Somos sólo médicos, enfermeras, no somos héroes.

Se espera que entren cuerpos especiales rusos, escuadrones de la muerte. La  matanza va a ser imparable. No van a respetar nada, ni siquiera este hospital.



EL PRECIO DE LA GUERRA

 


Mi niño llora,

le duele el alma. 

Tiene hambre,

sed,

nada le calma.


La noche oscura,

más negra el alba.

Él no comprende

lo que le pasa.


Ven a mis brazos,

mi niño querido.

Yo te protejo

cuando es preciso.


Escucha mi canto.

Siente mi mano

y mi corazón

que junto al tuyo

ya uno son.


No estés triste,

viene papá.

Marchó a la guerra,

pronto vendrá.


Duerme mi niño,

mi niño amado.

Mamá te susurra 

una canción,

habla de paz,

llena de amor.


Caro es el precio

el que tu pagas.

Mi niño llora,

le duele el alma.



TERCER DÍA

 


Hemos conseguido pasar la frontera con Polonia.

Horas de espera. Largas colas.

Mujeres polacas nos han ofrecido algo de comida. Una sopa caliente ha conseguido calmar el hambre. Una familia nos ha ofrecido ir a su hogar. Sin dudarlo hemos ido con ellos. Al fin mis hijos podrán descansar…


Los tanques han entrado ya. Disparan sin un objetivo preciso. Atrás soldados rusos. Enfrente, mis soldados, nuestros hijos y hermanos, luchando como los héroes que son. Han repelido el ataque. Está en juego la vida y la libertad de millones de ucranianos.

Mi hijo fue con ellos, aún no sé nada de él. Solo tiene dieciocho años. ¡Es mi niño y ahora es todo un hombre! Estoy orgullosa de él.

Dudé si dejarle marchar. ¿Pero merece la pena vivir encadenados, humillados, arrodillados? Tenemos dignidad. Si morimos lo haremos en pie, frente a frente, con valentía.

Hace dos días preparaba la comida para mi hijo y mi esposo. Ahora preparo cócteles molotov. Si se atreven a entrar en el edificio lo van a pagar caro. 

No me educaron para matar. Nunca imaginé lo que está pasando. Escuchaba noticias sobre guerras lejanas, conflictos interminables entre semejantes. Y, ahora, en mi tierra caen las bombas.

Europa nos ha dejado solos. No lo esperábamos. Solo piensan en salvarse y no saben que son los siguientes. Hay un psicópata con poder. La historia se repite cuando suspendemos en memoria. La táctica del avestruz es un error.

Ha salido el sol, empieza un nuevo día. Mañana no sé si estaré…


LAS ÚLTIMAS PALABRAS


Fui soldado por amor a mi pueblo. Si aprendí a manejar un arma no fue para matar, sino para defenderlo. 

Nunca pensé que tendría que enfrentarme con mis hermanos rusos, pero la locura de una bestia, Putin, no merece el calificativo humano, ha hecho que seamos enemigos. He visto sus rostros, jóvenes, casi niños, empuñando un fusil. ¿Les movió el mismo amor a su país?

¿Qué órdenes les han dado? ¿Masacrar? No han venido a liberarnos sino a ponernos bajo un yugo, el mismo del que se liberaron mis padres. Somos una sociedad libre, queremos vivir con nuestra propia identidad y decidir nuestro destino. ¿Por qué volver atrás?

Están disparando a discreción. Las balas me pasan por encima, a centímetros. Disparo, pero no quiero apuntar a matar. No soy un criminal. Se acerca un tanque y no trae buenas intenciones. Si no nos replegamos lo vamos a pasar muy mal. Miro alrededor, ¿hacia donde ir? Necesito pensar rápido. 

¡Vámonos, ya! Grita el sargento.

Corremos hacia una casa derruida. Me falta el aliento. El tanque cada vez más cerca. No llego. Una detonación y…

“Ya nos toca salir, estamos bajo un intenso bombardeo. Mamá y papá, los amo. Todo estará bien”.

Las últimas palabras a sus padres. Hoy, ha muerto.



SEGUNDO DÍA



Las bombas siguen cayendo sobre Kiev. No hemos podido dormir. Ayer intentamos salir de la ciudad, nos fue imposible. No había gasolina, los transportes imposible de acceder. Volvimos a casa.
Una bomba ha caído en el edificio. Todo él ha temblado. ¡Dios, qué horror! Mis hijos llorando, chillando! ¡Challad!, les decía mientras los abrazaba. Respiré muy hondo, por no derrumbarme. Miré a mi esposa, estaba temblando. Nos acurrucamos como si fuéramos un solo ser.
¿Por qué está locura?
Han llamado a la puerta. Corriendo fui a abrir. Era Piotr, ensangrentado, pidiendo ayuda. ¡Mi mujer, mi hija…! Corrí con él, su vivienda está enfrente. La puerta reventada. Humo y un conato de llamas. Entré tras él. En la habitación un espectáculo que no olvidaré. Sus cuerpos ensangrentados, sin vida.
Le abracé. Lloraba sin cesar. ¿Qué le puedo decir? Nada. Lloré con él.

KARMA

 


Poco antes del alba, me desperté sobresaltada. No sé si fue real o no, pero ahí estaba, fresco en mi mente. 

Llevaba tiempo cuestionándome mi actitud con los demás. Me reía de todos y a todos les amargaba la existencia, hasta el punto de que rehuían acercarse a mí.  Ya les había hecho demasiado daño. La verdad es que los odiaba, tenían lo que yo quiero y no puedo tener. Me sentía superior a ellos. Yo pertenecía a otra clase social por mis progenitores, los demás eran clase baja, escoria.

Mentía sin rubor para destruirlos. Lo peor es que había quien reía mis gracias y me crecí, hasta el punto que confundí la realidad con mis fantasías. Me creía reina y los demás mis súbditos, hasta esta noche…

He vivido en mis carnes lo que les hice. No sé como pero he sido cada uno de ellos. He sufrido su dolor, su angustia, su desazón. ¡Todos, sin excepción! Mis palabras dichas contra ellos rebotaban en ese estado de delirio. No podía soportarlo. Una y otra vez, sin cesar. Gritaba ¡basta ya! Pero no cesaban. Mi corazón parecía estallar y estalló…

Oscuridad y silencio. Tras un tiempo indefinido de no ser -palabra que utilizaba como un cuchillo y clavaba sin compasión- pude respirar y escuché los latidos de mi corazón. ¿Habré muerto?

No lo sé. Si esto es la muerte quiero vivir, salir de aquí, donde sea que esté. 

¿Hay alguien? Grité. No veo nada ni oigo nada. Noté mis pies y empecé a andar en medio de la oscuridad. A tientas intenté tocar algo, pero nada. ¡No había nada!

Todo parecía irme mal en la vida. Mis trabajos los perdía sin cesar, incluso me llamaban ‘gafe'. ¡Yo, que lo he dado todo! Eso creía en mi realidad.

Y, ahora me pregunto: ¿no será que la vida me devuelve cuanto le doy con intereses? Karma, que tontería… Con este pensamiento no me percaté que algo había cambiado alrededor. Una penumbra me permitía ver. ¡Estaba en mi habitación y mi cuerpo ahí, tumbado en mi cama! No podía ser y, sin embargo estaba. Me acerqué y lo toqué. ¡Dios mío! Lo he atravesado! Esto no puede ser real.

Algo noté a mi espalda. Me giré y ¡ahí estaban todos ellos, como fantasmas! Me sonreían. Y uno, al que no reconocí, algo más alto y fornido que el resto, me habló. 

-No eres gafe. La vida, como tú la llamas, tiene sus leyes, que no castigos. No hay más castigo que el  que tú te infringes. Todo cuanto haces tiene consecuencias y lo que das te vuelve multiplicado. Así que tú decides, eres tú propio juez. Has vivido en ti lo que tus ‘victimas' han sufrido. Nada te hicieron, salvo ayudarte. Pero tu soberbia era incapaz de percibirlo.

Bien, ahora es tu decisión cambiar las tornas. Lo que consideras negativo puede desaparecer al instante y dejar de ser ‘gafe'. Ahora, vuelve a tu cuerpo. Despertarás con una viva impresión de lo acontecido. Lo necesitarás para reafirmarte en el giro que vas a dar.

No le hice ni una sola pregunta, ahora me arrepiento. Parecía saberlo todo de todo y de mí. 

Y, aquí estoy, despierta. Algo ha cambiado en mí.


ESTAMOS EN GUERRA

 


Salimos corriendo con lo poco que pudimos coger. No creíamos que llegaría a pasar, pero las bombas han caído cerca de casa. Y no, no es un edificio militar, es una escuela. No ha habido muertos porque los niños no estaban.

El depósito está lleno, menos mal, podremos llegar a la frontera. Al menos salvaremos la vida.

Largas colas en carretera, así que hemos tomado caminos, evitando cualquier obstáculo. 

Tenemos miedo. ¿Podremos volver algún día? ¿Qué nos espera al otro lado? Ni siquiera conocemos el idioma, ni dinero… ¡Nada! ¿Acabaremos en un campo de refugiados, meses, años? No sé si lo podremos soportar. Mis hijos son pequeños, mi mujer está enferma. Y hace frío, mucho frío.

Putin no tiene piedad.

Ayudadnos. Esta guerra también es la vuestra. Hoy bombardean aquí, en Kiev. Pero ¿y mañana?

Tiene armamento nuclear.

No miréis a otro lado… Por humanidad.


MI NIÑA




Llaman a la puerta. ¿Quién será?

-Somos inspectores de policía, sentimos comunicarle que su hija ha sido encontrado sin vida.

Recibir una noticia así es imposible de asimilar, razonar. Hace que te derrumbes como si el mundo se hubiera detenido... 

Volver atrás, un día, dos… Imposible. ¿Y ahora qué?

¿Cómo afrontar que se te vaya una hija para nunca más volver a verla, tocarla; escuchar sus risas, sus proyectos? Han truncado sus ilusiones y las mías. Vivo sin vivir en mí.

Me han enterrado en vida. ¿Por qué lo han hecho? No merecía este final. Recuerdo sus primeros pasos. El día que le se cayó un diente y venía preocupada a punto de llorar. ¿Por qué, Dios mío, por qué?

¡Qué agonía!

Respirar, necesito aire… Me ahogo en un mar de lagrimas… No dejo de repetirme… ¿Por qué?

Ha pasado el tiempo, pero yo no por él. Vivo el mismo día una y otra vez.

Hoy me llamó aquel atento inspector para decirme que el asesino salía de prisión. “Estoy a tu disposición para lo que sea". Se lo agradecí. 

Mis tripas se revolvían una vez más. Él en la calle y mi hija… ¿Dónde está mi hija? La llamo, sueño con ella y la veo en cada cosa que hago. No estoy loca o sí, no lo sé.

Pongo el televisor, necesito un poco de distracción, desconectar.

¡Y, ahí está él, cambiado, casi irreconocible, pero es él… El asesino!

¿Qué ven mis ojos y escuchan mis oídos? ¿Víctima? ¡La víctima mi hija, mis hijos, yo…!

Asco, repugnancia. ¡Rabia! ¿Cómo pueden entrevistar al asesino de mi niña? No es un héroe, no ha salvado a nadie, es un A S E S I N O.

Apago el televisor, no puedo más.

Vuelvo a la habitación de mi niña. Está todo igual, como aquel fatídico día que la envié a por pan.

Vuelvo a soñar…


UNA INTENSA LUZ

 




UNA INTENSA LUZ


Las aguas frías arropaban mi cuerpo enjuto.

Me dejé mecer vencido, agotado.

El fin, es el final, me repetía.

Recordé a quienes amaba, casi podía sentirlos, tocarlos.

Quisiera estar lejos, volver al lugar donde nací y viví, con los míos. ¿Es tanto pedir?

Poco a poco dejé de sentir, pensar. Me costaba respirar.

Se acabó…

¿Dónde estoy? ¿Estoy muerto? ¡Imposible! ¡Mis manos! ¡Veo mis manos! Reí, no sé si de nervios o felicidad. ¡Estoy vivo!

Una intensa luz me atrae. Cierro mis ojos. Vuelvo a mirar. ¿Qué o quién es?

Una silueta humana. ¿Te conozco? ¿Me conoces?

-Claro que te conozco y también me conoces, -una dulce voz escucho dentro de mí.

-¿Quién eres?

-Soy tú, el que siempre ES.

Me estoy volviendo loco. No puede ser verdad, es una alucinación.

-No lo es, respondió.

-¿Lees mi mente?

-Por qué no, si somos el mismo ser.

-No entiendo.

-Es que no va de entender, sino de sentir, de amar.

-Has cumplido con creces tu objetivo, tu misión.

-¿Qué misión? Extrañado le pregunté.

-Crecer en el amor. Este es tu objetivo, sólo necesitabas voluntad, la de entregarte en cuerpo y alma a los demás.

-Pero si no he hecho nada especial.

-¿Te parece poco tu esfuerzo cada día, poniéndote en último lugar, con tus hijos, tu esposa y con los demás?

-Nunca he pensado en mí, eso es cierto. Y querer a la familia es lo normal.

-Sí, es lo normal. Pero no es lo mismo querer que amar. “Yo quiero". ¿Entiendes? “Yo". Éste implica, aún sin saberlo, que el ego aún manda. Amar es desprendimiento, vacuidad. Pero no te preocupes, ya entenderás. Donde vamos, donde vas, es lo habitual.

-¿No vuelvo a casa?

-¿Y, dónde crees que estás?

-¿Y ellos?

-Están allí y están acá… Como tú ahora estás.

Unos pasos en un suelo que no sentí y, allí estaban ellos, mis padres, mi esposa, mis hijos… ¡Dios, qué felicidad!

-Así es, este es Dios, el de verdad.

Todos somos Él… Nosotros, más allá del tiempo y el espacio, aquí y ahora.


MARINEROS

 



MARINEROS 


El último abrazo 

y un beso interminable.

Atrás quedan mujer e hijos

y al frente un arduo trabajo.


Navegando en un océano implacable.

Buscando el sustento,

saciando el hambre.

Largos los días,

infinitas las noches.

Somos marineros,

hermanos en la mar.

Todos a una,

nos guía la estrella polar.


Nos jugamos la vida en cada partida.

Amamos nuestra labor, 

aunque mal pagada

lo hacemos de corazón.

Sí, tenemos miedo 

que zozobre la nave

y la mar nos trague.


Si un mal día no volvemos, 

recordad 

que es por vosotros lo que hacemos.

Por un presente y un futuro 

donde juntos estemos.


Y cada vez que os acerquéis a la orilla

mojad vuestros pies descalzos.

Tocad el agua con las manos.

Sentiremos vuestras caricias y abrazos.

No lloréis,

os amamos.




EL ENEMIGO



 Para vencer a tu enemigo

mírate dentro, 

ahí vive el más implacable. 

No luches contra él,

 arrópale con amor,

porque de nada te sirve ganar una guerra

 si no estás en paz contigo mismo... 

Resurgirá indefinidamente.

Tus demonios nacen y mueren en ti.


EL AMOR ES...


El amor no se jacta,

no se mide,

ni rechaza ni juzga.

El amor es generosidad,

entrega, 

solidaridad 

y humanidad.

El amor verdadero ES, 

cuanto tú y yo somos Uno 

en la diversidad.



EL AMOR



 El amor es una semilla 

que hay que sembrar,

con agua amamantar 

y en tu regazo calentar.

Su raíz oculta,

sus frutos al Sol.

  Tómalos y compártelos.

   Serás Alma y Corazón.



CARTA A MI MADRE

 


Carta a mi madre


Mamá, te escribo por aquí porque me resulta imposible contactar contigo.

¿Sabes que te quiero?

Salí de casa hace ya unos años, tú sabes bien por qué. Ya no sé si fui una niña querida o solamente me soportabas. ¿Por qué descargabas en mí tu ira y tu odio contra mi padre? Al principio yo callaba, demasiado pequeña para alzar mi voz. Vivía en una duda insoportable, ¿era yo la culpable de vuestro desamor?

Y, fui comprendiendo… que no se puede dar lo que no se tiene. ¿Fui una niña deseada, o fruto de sexo sin amor? Eras muy joven, lo sé. Querías divertirte y rechazabas la responsabilidad de criarme. Pero llegué a este mundo y me convertí en una carga, en la ‘no deseada'. 

Mamá, dirás que nunca fue así como me trataste. ¿Quieres que hable, que diga lo que llevo guardado y que me carcome?

Desde que llegó tu nuevo ‘amor' todo fue a peor. Incomodaba vuestra relación. Él no quería hijos de otro, por no querer no te quería ni a ti. Al principio, a escondidas me trataba mal, con desprecio. Aparentaba…, pero acabó haciéndolo ante tus ojos, y tú callabas y asentías dándole la razón. Acabó siendo un infierno y no pude más, estallé. Sí, alcé la voz, grité, lloré, pataleé…, pero nunca te pegué, ¡lo sabes muy bien! Él le dio la vuelta a lo que pasó y urdió el plan perfecto para deshacerse de mí. Y tú, mamá, la que me pariste, me vendiste al mejor postor. Gritaste al mundo que era una mala hija, me denunciaste, y con tu testigo falso, me condenaste.

Hoy, mamá, no te guardo rencor. Lo he superado porque he conocido lo que es el verdadero amor. Espero que un día abras los ojos.

Espero noticias tuyas.

Te quiero, mamá.

Tu hija


UN RAYO DE LUZ


Hoy amaneció gris, entristecí.

Paseando a la orilla del mar

miré al horizonte.

Un rayo de luz 

me devolvió la esperanza.

Humanidad,

aún creo en ti.

Sonreí.



LAS ABUELILLAS

 Cuando niño, al pasear por la plaza, recuerdo a las abuelillas y algunas mujeres aún casaderas, sentadas en corrillo, comentando la noticia del día: “fulanito se está viendo a escondidas con menganita". ¡Qué poca vergüenza! Era lo más repetido.

  Cuando bajaba el Sol y el frío llegaba, la plaza se quedaba vacía. Sólo el bar tenía vida. Me asomaba a buscar a mi padre, la cena ya estaba preparada. Algunos discutían acaloradamente sobre la subida del pan, ¡dónde vamos a parar! Otros sólo les importaba quién iba a ganar la liga, si el Barça o el Madrid. Todo muy normal.

  En casa, Elena Francis aconsejaba cómo superar una crisis matrimonial. La radio siempre estaba conectada, radio España, Intercontinental, Cadena Ser… Con facilidad se cambiaba de dial. 

  Por fin la cena, preparada con esmero por mi madre. ¡A la mesa! El mantra de cada noche. Entre cotilleos, alguna regañina de última hora, preocupaciones sobre la situación del país -en voz baja, que las paredes oyen-, y la última del famoseo, acabó la jornada. A la cama que mañana será otro día.

  Han pasado los años, muchas cosas han cambiado. La plaza está irreconocible, ya no hay abuelas, los coches ocupan su lugar. La fuente no está, no hay cántaros que llenar. Ni sucursal bancaria, sólo un cajero que casi nadie saber utilizar, con él no se puede hablar. ¡Ay banqueros qué poca empatía, no todo es ganar pasta, un mucho de humanidad!

  En casa, ya casi nada es igual. Ni madre, ni hermanos, ni visitas al bar. Otros ocupan su lugar.

  La radio suena de fondo, una emisora musical, canciones de ayer y de siempre…

  Pongo el televisor. Sí, es en color, lo habéis adivinado -antes todo era gris-, incluso con acceso a internet. Las noticias, las opiniones, la información, el entretenimiento… ¡Cuántas diferencias! Ya no hay un monotema, se puede elegir, incluso apagar.

  La plaza se ha trasladado a un universo virtual donde se habla, se escribe, se visiona, de todo lo humano y lo divino. Se forman corrillos afines, algunos inocentes y otros mejor no nombrar. Se defiende lo indefendible e incluso causas justas, la guerra y la paz. Se crean opiniones a base de talón. En definitiva, convive lo mejor, lo mediocre y lo peor de esta sociedad. 

  Y uno decide en qué silla sentarse, con quien dialogar, debatir, opinar, compartir…, lejos de la manipulación y el lavado de cerebro virtual.

  Los tiempos han cambiado, quizás no tanto como cabría esperar.

  Abuelillas, os hecho de menos.








PERDIDO



Cuando crees todo perdido. 

Cuando el pozo parece no tener fin.

Cuando te sientes señalado.

Cuando sólo deseas gritar ¡basta!

Escucha tu corazón.

Su tic-tac te recuerda que estás vivo, 

muy vivo.

Sonríe. 

Otros te sonríen y te quieren sin juicios, 

por puro Amor.



VOCES SOLIDARIAS



Dejé atrás mi tierra, 

la bandada.

¿Dónde vas? Burlándose, me decían.

Cansado de la monotonía,

de sólo vivir para comer. Respondí.

Emprendí mi primer vuelo en soledad, 

elevándome donde nunca antes pude llegar.

El inmenso océano por hogar.

Cansado, 

con sueño,

planeando,

me dejé llevar.

Estoy aprendiendo a vivir

sin ninguna tierra tocar.

Soy hijo del viento,

nadie me puede domar.


Una voz acabó con mi aislamiento.

-¿Dónde vas, casi sin aliento?

-Practicando técnicas de vuelo.

-¿Te puedo acompañar si no molesto?

-¿Por qué no? Vayamos.

-¿Y por qué sola vas?

-No estoy sola,

voy al otro lado del mar.

Allí está mi bandada, 

gaviotas solidarias.

Somos pocas mas vivimos en libertad.

-¿Me aceptáis?

-Conmigo ya estás.

¡Vamos, más allá!


ME DUELE TU DOLOR



 Me desperté sobresaltado al escuchar unos gritos desgarradores. Aturdido salté de la cama y vistiéndome con celeridad salí de casa. No había duda de donde provenían al identificar la voz, es mi vecina.

 ¡Mi hija, mi hija! Entre llanto y pavor escuché. Golpeé con fuerza la puerta. Me abrió. Nunca olvidaré su rostro desgarrador.

 Me abrazó. No supe como consolarla ni entendía bien el por qué. ¿Mi hija…? ¿Pero qué ha pasado? Unos pasos atrás y corrió a la habitación de su hija, la seguí. 

 Recostada en su cama, un charco de sangre empapaba el edredón. Su cabeza ladeada. Ni rastro de vida… No supe qué hacer. Sacando fuerzas de las entrañas reaccioné. Me acerqué comprobando su pulso, ya nada se podía hacer.

 ¿Por qué? Me pregunté.

 Como si me hubiera escuchado, María, así se llama mi vecina, dijo: “Ayer llegó del instituto llorando. ¡No puedo más, no puedo más! No dijo más. Y se fue al baño. No quiso comer y se acostó”.

 En la mesilla junto a su móvil una nota. La cogí.

 “Te quiero mamá. Tu siempre me has aceptado como soy. Gracias por ser quien eres. Siento que los demás no me comprendan ni me acepten. Te espero en el cielo, donde puedo ser quien soy".

 No pude aguantar las lágrimas…

 Me duele tu dolor.


Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...